La agricultura es una de las actividades más antiguas que tiene la humanidad. Sus inicios pueden remontarse al periodo neolítico, 10.000 años atrás de esta era, donde bajo la plantación y domesticación del trigo, la cebada, los garbanzos y el lino, entre otros, se inició un proceso de transformación de la civilización humana que derivó en el inicio de prácticas productivas y económicas agrícolas y ganaderas.
Toda la historia de la humanidad se centra en la forma con la que se producían sus alimentos, de cómo se les agregaba valor y se distribuían. De alguna manera, todo primer requerimiento fisiológico y básico que necesitamos cubrir es la alimentación, y de aquí deriva la importancia en la forma con la que producimos nuestros alimentos.
Somos, en definitiva, lo que comemos. En la medida que la agricultura garantizó la materia prima necesaria para la alimentación, la civilización se pudo desarrollar en otros aspectos como los sociales y los culturales.
Durante toda la historia fue necesario automatizar o simplificar la producción agrícola de manera de eficientizarla lo máximo posible, reducir su impacto, conservar los suelos, el ambiente y a su vez, alimentar a un mundo en crecimiento y ahora cada vez más exigente. En el medio, han pasado siglos donde hemos aprendido de nuestros errores y perfeccionado nuestros aciertos. Y desde Argentina, en la última era, hemos tenido un rol más que protagónico a nivel internacional.
Lo primero que hay que mencionar, es que la inteligencia artificial (IA) no es nueva para el sector agropecuario, y menos nueva es para el sector agrícola argentino. Podríamos decir que fue aplicada el agro incluso antes de tomar la popularidad que hoy cobra, a través de sensores, maquinaria automatizada, GPS, o cualquier tipo de análisis geográfico.
Sin embargo, su reciente popularidad no hace más que desafiar a un sector, acostumbrado a la innovación permanente y a la vanguardia tecnológica, a tener que repensarse una vez más sobre como impactará o como aplicará de manera más global estos nuevos avances, pero como mencionamos no arranca desde cero.
Miles de gigas de datos son almacenados por el sector agropecuario argentino en diferentes bases que conforman un esquema robusto para cualquier tipo de análisis inteligente artificial. Desde datos climáticos de más de un siglo, hasta datos de rendimiento por hectárea en las zonas productivas más importantes del país, variaciones, desvíos, todo se encuentra en forma de datos ya sea en forma manuscrita o en versión digital, en un sector que siempre estuvo acostumbrado a tomar nota, a cuantificar y decidir en base a una estadística aplicada cuál era la decisión más oportuna y con menor margen de error.
Es ahí donde nace una enorme oportunidad para el sector, de saber usar inteligentemente esos datos almacenados y transformarlos mediante la IA en información que procure seguir en la vanguardia de la eficiencia de uso de los recursos, la sostenibilidad, el aumento de producción por unidad, la predicción de eventos, la reducción de riesgos, que nos permita en definitiva acceder a nuevos mercados internacionales.
Un ejemplo de oportunidad puede ser el aprovechamiento del diagnóstico a través de imágenes que, a través de visión artificial, podría decirnos tanto qué tipo de enfermedad afecta al cultivo, cuáles, y dónde se encuentran las malezas, o incluso si el estado corporal es adecuado o no y con esto ajustar el balanceo de la ración alimentaria. Aplicaciones con drones guiados por sensores de movimiento, o incluso de humedad y temperatura con información permanente de silos o silo bolsas.
Solo algunos ejemplos que sigan garantizando la confiabilidad en nuestros productos primarios, de manera de conquistar los mercados más exigentes con productos más confiables, mejorando la competitividad de nuestras empresas, más trazables y con la menor huella ecológica posible.
Sin dudas para que esto suceda es necesario generar esquemas y proyectos que promuevan la investigación y la aplicación. Revistas como Journal of Artificial Intelligence Applied to Agriculture ya lleva publicados más de 250 artículos referidos a casos de implementación de IA en la agricultura. Y de manera permanente ingenieros industriales, electrónicos, informáticos, agrónomos y productores o gestores agropecuarios encuentran puntos de conexión diversos para seguir aportando a la mejora continua.
La agricultura es la que condiciona o no nuestro desarrollo como país y como civilización. La IA viene a plantear una oportunidad, donde el salto solo depende de cómo la sepamos usar y aprovechar, con todas esas gigas de datos que disponemos de la producción primaria de la Argentina.
El autor es ingeniero agrónomo, director del Departamento de Agronomía y Ambiente e investigador del Instituto de Tecnología (Intec) de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE)
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