JERUSALÉN.- Cuando Israel e Irán se enfrentaron el año pasado, los combates se dieron en estallidos cortos y contenidos que normalmente terminaban en cuestión de horas, y ambos bandos buscaron salidas que permitieran que las tensiones disminuyeran.
Desde que Israel inició una nueva ronda de combates el viernes, ambos países han declarado que continuarán mientras sea necesario, ampliando el alcance de sus ataques y provocando un número mucho mayor de víctimas en ambos países. Esta vez, el conflicto parece que durará al menos una semana, ya que tanto Israel como Irán ignoran las vías para la distensión.
Israel parece estar motivado a continuar hasta la destrucción del programa de enriquecimiento nuclear de Irán, ya sea por la fuerza o mediante la reanudación de las negociaciones. Sin embargo, Irán no ha dado señales de poner fin voluntariamente al enriquecimiento, un proceso crucial para la construcción de una bomba nuclear, e Israel no tiene capacidad conocida para destruir un centro de enriquecimiento crucial que se encuentra a gran profundidad.
“Estamos a semanas, no a días, de que esto termine”, dijo Daniel B. Shapiro, quien supervisó los asuntos de Medio Oriente en el Pentágono hasta enero.
“Israel seguirá adelante hasta que, de una forma u otra, Irán ya no conserve su capacidad de enriquecimiento”, añadió Shapiro, actualmente miembro del Atlantic Council, un grupo de investigación con sede en Washington. “Está claro que si Israel no aborda este problema, su campaña habrá fracasado”.
Si bien Israel ha atacado con facilidad el principal centro de enriquecimiento de uranio de Irán en Natanz, en el centro del país, carece de las bombas antibúnker de fabricación estadounidense necesarias para destruir un sitio subterráneo más pequeño, excavado en las profundidades de una montaña cerca de Fordo, en el norte de Irán. Las autoridades israelíes esperan que sus ataques contra otros objetivos —incluidos los altos mandos militares iraníes, los científicos nucleares y su industria energética— causen suficiente sufrimiento como para animar a Irán a poner fin voluntariamente a sus operaciones en Fordo.
Por ahora, Irán parece estar lejos de tal capitulación, a pesar de que Israel ha demostrado un dominio creciente en el espacio aéreo iraní, según Sanam Vakil, quien dirige el análisis de Medio Oriente en Chatham House, un grupo de investigación con sede en Londres. Aunque Israel espera impulsar su colapso, el gobierno iraní mantiene el control total de Irán y aún posee importantes arsenales de misiles balísticos, aunque Israel ha limitado su capacidad para disparar algunos de ellos.
“No veo ninguna rendición por parte de Teherán en este momento; no se agitan banderas blancas”, dijo Vakil. “Es muy difícil que Irán retire sus derechos de enriquecimiento mientras su programa parezca operativo e Irán se mantenga intacto como Estado”, añadió. “Su objetivo es sobrevivir, causar daño y demostrar su resiliencia”.
Mucho depende de la reacción del presidente Trump. A diferencia de Israel, Estados Unidos cuenta con las municiones y los aviones necesarios para destruir Fordo. Analistas como Shapiro afirman que Trump podría considerar esta estrategia si Irán decide acelerar sus esfuerzos para construir una bomba nuclear en lugar de llegar a un acuerdo.
“Eso creará un punto de decisión crítico para Trump sobre si Estados Unidos debería intervenir”, dijo Shapiro.
Ahora también puede resultar más fácil para Trump intervenir sin graves consecuencias para la seguridad, dado que los ataques de Israel ya han degradado la capacidad defensiva de Irán.
Otros afirman que es más probable que Trump evite la confrontación directa con Irán a menos que el ejército iraní desvíe sus ataques de Israel hacia los intereses y personal estadounidense en Medio Oriente, lo que reduciría su margen de maniobra. Desde el viernes, Irán ha evitado dar ese pretexto para la intervención estadounidense y también ha evitado atacar a otros aliados de Estados Unidos en la región, como Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos.
Las declaraciones del presidente desde el viernes indican que su preferencia actual es utilizar las ganancias militares de Israel como palanca para reanudar las conversaciones con Teherán.
Durante meses, Trump ha supervisado las negociaciones con Irán, con la esperanza de que Teherán aceptara poner fin a su programa de enriquecimiento sin la intervención militar de Israel.
Esas conversaciones se estancaron después de que Irán se negara a ceder. En declaraciones realizadas el fin de semana, Trump sugirió que Irán, escarmentado por los ataques israelíes, podría finalmente llegar a acuerdos que no había considerado previamente. Como resultado, algunos analistas afirman que Trump podría presionar a Israel para que ponga fin a sus ataques, siempre y cuando considere que Irán se ha vuelto más dócil.
“Esto terminará cuando Trump decida terminarlo, lo que probablemente ocurrirá cuando piense que Irán está listo para llegar a un acuerdo”, dijo Yoel Guzansky, experto en Irán del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional en Tel Aviv.
Tal cambio de rumbo tiene precedentes históricos, aunque parezca improbable por ahora, según los expertos. Los líderes iraníes llegaron a un acuerdo igualmente inesperado al final de la guerra entre Irán e Irak en la década de 1980, según Meir Javedanfar, profesor de estudios iraníes en la Universidad Reichman de Israel. Tras rechazar numerosas ofertas para poner fin a la guerra, el ayatollah Jomeini finalmente aceptó un acuerdo cuando los costos de la guerra se volvieron demasiado elevados, afirmó Javedanfar.
“Jomeini dio un giro de 180 grados”, dijo. “Esto es, una vez más, lo que Israel espera”.
Pero la historia también sugiere que esto puede llevar tiempo. El acuerdo que puso fin a la guerra entre Irán e Irak tardó ocho años en alcanzarse.