Actividad económica en crecimiento, dólar estable e inflación en baja son las tres variables que todo oficialismo quisiera tener en un año electoral. Las mediciones económicas actuales y las estimaciones para lo que resta del año muestran que el presidente Javier Milei podría disfrutar de este escenario de cara a los comicios legislativos de octubre.
Según el último relevamiento de expectativas de mercado (REM), que publica el Banco Central (BCRA), los analistas proyectan una inflación de 28,6% para este año, que sería la más baja desde 2017, y un crecimiento económico de 5,2% del PBI.
Para encontrar un escenario similar en un año electoral hay que remontarse a 2017, cuando el expresidente Mauricio Macri transitaba su segundo año de mandato. En ese entonces, la inflación anual fue del 24,8%, la economía creció un 2,8% y los candidatos a senadores por el oficialismo, Esteban Bullrich y Gladys González, vencieron a la expresidenta Cristina Kirchner en la provincia de Buenos Aires.
Sin embargo, aquella victoria fue pírrica: el déficit fiscal y la cuenta corriente se deterioraron, y 2017 terminó siendo el mejor —y último— año de buen desempeño económico para el gobierno de Cambiemos.
Hoy, el panorama muestra diferencias clave. A diferencia de 2017, la economía actual registra superávit fiscal mes a mes, no hay emisión monetaria y la cuenta corriente es considerablemente menos deficitaria. Para este año se prevé un saldo negativo de US$9000 millones, frente a los US$30.000 millones de déficit en 2017. La cuenta corriente refleja el endeudamiento neto del país con el resto del mundo.
No obstante, la debilidad de las reservas del Banco Central es hoy más pronunciada que hace ocho años, y el Gobierno no tiene acceso a los mercados internacionales de crédito, como sí ocurría entonces. El riesgo país ronda los 688 puntos básicos —frente a los 400 que promediaba durante el segundo año de Macri—, y las reservas netas siguen siendo negativas, en torno a los US$8000 millones. En 2017, en cambio, eran positivas por aproximadamente US$22.000 millones.
“Comparado con 2017, el tipo de cambio actual está un 6,2% más apreciado, pero el gobierno de Milei cuenta con una cuenta corriente menos deficitaria, principalmente gracias al sector energético. En aquel momento, Macri enfrentaba un déficit energético equivalente al 1% del PBI, mientras que hoy es superavitario en ese mismo porcentaje. En cuanto a reservas, la situación actual es más delicada: no hay reservas netas disponibles y aún persisten utilidades retenidas, lo que mantiene las restricciones para girar dividendos”, explica Lorenzo Sigaut Gravina, economista de la consultora Equilibra.
Un analista del mercado financiero, que prefirió no ser identificado, coincidió en que la moneda está más apreciada, aunque señaló que el superávit fiscal permite sostener un tipo de cambio más fuerte. “La gran incógnita es la cuenta corriente, muy sensible a los movimientos del tipo de cambio. Sus efectos se manifiestan con rezago. Hoy no se observa un déficit tan amplio como en 2017, pero la balanza comercial actual muestra una tendencia creciente al desequilibrio. Todo dependerá de lo que ocurra con la flotación cambiaria”, indicó.
En este contexto, todos los economistas destacan el cambio en el sector energético, que pasó de ser un gran demandante de divisas —para importar gasoil y gas natural licuado (GNL)— a convertirse en un generador neto gracias al incremento de las exportaciones de petróleo. Este año se espera un superávit energético de US$7500 millones, mientras que en 2017 el saldo fue negativo en US$3200 millones.
El panorama a futuro también se percibe más alentador. Si tras las elecciones el Gobierno logra respaldo en las urnas y acumula reservas, la Argentina podría recuperar el acceso a los mercados internacionales, a diferencia de lo que ocurrió en 2018, cuando Macri perdió esa posibilidad y debió acudir al Fondo Monetario Internacional (FMI).
“A diferencia del gobierno de Macri, actualmente no ingresaron capitales especulativos, lo que reduce el riesgo de una salida abrupta de fondos. Por el contrario, si el Gobierno avanza con los ajustes pendientes, podría haber una breve aceleración de la inflación y una fase de recesión, pero luego la economía se fortalecería, abriendo paso a un escenario más favorable”, concluyó Sigaut Gravina.