WASHINGTON.- Conmocionado por los ataques públicos de Elon Musk y su aparente pedido de destitución, Donald Trump se despachó por teléfono con confidentes y apenas conocidos por igual. Su antiguo aliado era “un drogadicto empedernido”, soltó Trump en un momento dado, mientras intentaba comprender el comportamiento de Musk, según una persona con conocimiento de esa comunicación telefónica, quien, al igual que otros entrevistados para este artículo, habló bajo condición de anonimato para tratar asuntos delicados.
Musk reconoció haber consumido el potente anestésico llamado ketamina, que según él le recetaron para la depresión. Según informó The New York Times recientemente, Musk le dijo a varias personas que durante la campaña electoral que consumía tanta ketamina que estaba teniendo problemas de vejiga, y que llevaba a todos lados un pastillero con comprimidos del estimulante Adderall, un cóctel de anfetaminas.
Los funcionarios de la Casa Blanca que fueron consultados aseguraron que la preocupación de Trump por el consumo de drogas de Musk, derivada en parte de los informes de la prensa, fue uno de los factores que los distanciaron. Pero el presidente, quien nunca dudó en responder en las redes sociales con publicaciones profundamente personales y ácidas contra quienes lo han insultado, con Musk se mostró mucho más moderado de lo que sus amigos y asesores esperaban.
Según dos personas al tanto de los movimientos del presidente, tras su enfrentamiento del jueves con Musk, Trump instó a su entorno a no echar más leña al fuego, y le dijo al vicepresidente J.D. Vance que fuera cauto al referirse públicamente a la situación con Musk.
Sin embargo, aunque la ruptura entre Musk y Trump recién se hizo pública el jueves, las grietas en esa alianza empezaron a aparecer mucho antes. El patoterismo de Musk y su estilo de “moverse rápido y romper cosas” fue complicando las ambiciones de la Casa Blanca de transformar a la sociedad norteamericana, y el multimillonario se distanció de miembros clave del gobierno, incluida la jefa de gabinete, Susie Wiles, y hasta se fue a las manos con uno de ellos. Este relato del desmoronamiento de la alianza Trump-Musk se basa en entrevistas a 17 personas con conocimiento de los hechos.
Temas de agenda
Mientras tanto, la Casa Blanca asegura que Trump sigue centrado en su agenda legislativa y de recortes de gastos, por más que la batalla entre ambos tenga a Washington en vilo.
“El presidente Trump y todo su gobierno continuarán con la importante misión de reducir el despilfarro, el fraude y los abusos del Estado en nombre de los contribuyentes, y la aprobación de la Ley Grande y Hermosa es fundamental para ayudarnos a lograr esa misión”, declaró la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, a través de un comunicado.
Sin embargo, a puertas cerradas las represalias contra Musk son el gran tema de conversación de los funcionarios de gobierno.
En Truth Social, su propia red social, Trump reclamó un escrutinio público de los contratos de Musk con el Estado, lo que podría poner en riesgo su imperio empresarial. Y los republicanos, por su parte, temen que el hombre más rico del mundo pueda usar sus inagotables recursos para tomar represalias contra ellos, especialmente ahora que propone el lanzamiento de un tercer partido político.
“Me siento como los hijos que viven un divorcio hostil de sus padres, y simplemente piensan: ‘Ojalá mamá y papá se dejen de gritar’,” dijo el senador republicano Ted Cruz en su podcast del viernes.
Musk desembarcó en Washington en enero como el aliado más poderoso de Trump, mientras se desempeñaba como asesor principal de la Casa Blanca y pasaba sus noches en la Habitación Lincoln. Pero la luna de miel no fue gran cosa, ya que la estrategia de fuerza bruta de Musk, su falta de olfato político y las diferencias ideológicas con la base del MAGA fueron desgastando su relación con los altos funcionarios del gobierno, hasta llegar al presidente.
Las primeras señales de problemas surgieron en febrero, cuando a las bandejas de entrada de todo el gobierno llegó un email requiriendo que los empleados federales respondieran describiendo sus cinco logros de la semana pasada. Los funcionarios del gabinete y jefes de organismos públicos no habían sido notificados previamente del pedido que iban a recibir sus subalternos, lo que causó consternación en las más altas esferas del gobierno.
Cuando los funcionarios se enteraron de que el mismo email se había enviado a algunos jueces federales de distrito, que no forman parte del Poder Ejecutivo, y a otros que manejan información confidencial, creció la sensación de que Musk no entendía absolutamente nada de cómo funciona el gobierno federal o que carecía de la destreza necesaria para maniobrar en el Estado.
Respaldo
A pesar de esa tensión, Trump y su vicejefe de gabinete, Stephen Miller, respaldaron a Musk. Pero Wiles estaba cada vez más inquieto por los enfrentamientos entre el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) dirigido por Musk y los líderes de otras agencias.
Cuando Musk y su equipo DOGE se abocaron a recortar drásticamente las subvenciones estatales, a despedir a empleados públicos en masa y cerrar la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), se convirtieron en blanco de ataques de los oponentes políticos de Trump. En manifestaciones por todo el país, entre los manifestantes que salían a las calles comenzaron a aparecer carteles que decían “Nadie votó a Elon Musk”.
El 1 de abril fue el primer referéndum importante sobre la gestión de Musk. Musk había aportado una fortuna para impulsar al candidato afín a Trump en la contienda por un puesto en la Corte Suprema de ese estado: perdió por una estrepitosa diferencia y fue una llamada de atención para los republicanos, que comenzaron a reconocer que Musk había pasado de ser un riesgo político a ser una carga política.
Mientras tanto, Musk, al igual que muchos otros líderes empresariales, estaba cada vez más desilusionado con la agenda económica de Trump. El 2 de abril, cuando el presidente implementó aranceles destinados a reestructurar la economía global, Musk volcó en X su descontento con los gravámenes y desde allí tildó de “imbécil” a Peter Navarro, asesor comercial de Trump y uno de sus históricos aliados.
Musk le reclamó privadamente a Trump que revirtiera los aranceles, pero Trump no accedió. Solo dio marcha atrás unos días más tarde, tras una fuerte caída en el mercado de bonos. Poco después, a mediados de abril, la tensión entre Musk y el equipo de comercio exterior de Trump derivó en una discusión a golpes con el secretario del Tesoro, Scott Bessent, según Stephen K. Bannon, influyente podcaster de derecha y asesor político de Donald Trump desde hace mucho tiempo.
Musk y Bessent habían acudido al Salón Oval para manifestar su preferencia sobre los candidatos a ocupar el cargo de comisionado interino del IRS, la agencia de recaudación impositiva norteamericana. Trump decidió apoyar al candidato de Bessent.
Según Bannon, al salir del Salón Oval y mientras avanzaban por el pasillo, ambos empezaron a intercambiar insultos y Bessent le espetó a Musk que había dicho que descubriría más de un billón de dólares en despilfarro y fraude del Estado, algo que Musk no había logrado demostrar.
“Bessent le dijo: ‘Sos un fraude. Un fraude total’,” declaró Bannon en una entrevista. Musk entonces golpeó a Bessent con el hombro en las costillas “como un jugador de rugby”, detalló Bannon, y Bessent le devolvió el golpe. Varias personas debieron intervenir para separarlos, hasta que llegaron a la oficina del asesor de seguridad nacional y Musk fue sacado del Ala Oeste de la Casa Blanca. “El presidente Trump se enteró y dijo: ‘Esto es demasiado’,” dijo Bannon.
A finales de abril, Musk anunció que se retiraría de Washington para centrarse más en sus negocios, especialmente en su empresa Tesla, que atravesaba dificultades, aunque agregó que seguiría pasando parte de su tiempo en Washington, y sus aliados de Silicon Valley aseguraron que seguiría dirigiendo el movimiento DOGE a la distancia.
A pesar de las crecientes tensiones, Musk y Trump mostraron un frente unido el día de la despedida formal de Musk en el Salón Oval, donde Trump lo elogió como “uno de los mayores dirigentes e innovadores empresarios que el mundo haya conocido”.
Pero pocos días después, el resentimiento entre ambos estalló en X cuando Musk atacó la emblemática ley que intenta aprobar Trump y llamó a los congresistas republicanos a no apoyarla.
Los altos funcionarios de la Casa Blanca intentaron minimizar el impacto de sus palabras, y recalcaron en que el presidente ya conocía la postura de Musk sobre el tema.
Pero la paciencia de Trump llegó a su fin el jueves durante una aparición en el Salón Oval, cuando declaró ante la prensa que estaba “decepcionado” con Musk y puso en duda el futuro de su amistad. Trump aseguró que Musk criticaba el proyecto de ley porque temía que eliminara la exención fiscal para los dueños de vehículos eléctricos, una medida que beneficia a Tesla. Musk negó la acusación y respondió con una parrafada contra el presidente.
El viernes, Trump insistió en que no tenía el menor interés en hablar con Musk: se lo dijo telefónicamente a periodistas de CNN y ABC, y también a sus asesores, según un funcionario de la Casa Blanca.
Mientras tanto, Musk seguía echando leña al fuego e insistía en su afirmación sin fundamento de que había documentos que vinculaban a Trump con Jeffrey Epstein, condenado por tráfico sexual, que luego se suicidó en la cárcel. Musk se preguntó por qué tenía que disculparse con Trump y reflexionó sobre la posibilidad de lanzar una alternativa al Partido Republicano, al que ahora llama “Partido de Estados Unidos”.
“Existe la esperanza de una reconciliación”, dijo un aliado de la Casa Blanca cercano a los mundos de Trump y de Musk. “Pero ya nunca volverá a ser lo mismo”.
Traducción de Jaime Arrambide
La entrada Internas, drogas y una discusión que terminó a los golpes: los entretelones de la guerra entre Trump y Musk se publicó primero en DIARIO DIGITAL MORENO MEDIOS.