El precio del combustible es una de las variables que más incide en el costo de uso de un auto y, en un contexto económico desafiante como el actual, muchos conductores buscan optimizar el consumo como parte de su rutina diaria.
Si bien existen múltiples factores que afectan el rendimiento de un vehículo —desde el tipo de motor hasta el estado mecánico—, la forma de manejar y, en particular, la velocidad a la que se circula, puede marcar una diferencia significativa.
Expertos coinciden en que mantener una velocidad constante, evitando aceleraciones bruscas y frenadas innecesarias, es una de las mejores formas de reducir el consumo de nafta. En ese sentido, el fabricante Volkswagen sugiere que para recorridos urbanos cortos lo más eficiente es mantener una velocidad de entre 50 y 70 km/h. Por otro lado, en trayectos más largos, como rutas o autopistas, la franja ideal se amplía a valores cercanos a los 80 o 90 km/h, que permiten al motor funcionar sin exigir un esfuerzo adicional ni alterar su régimen de trabajo.
No obstante, lograr este tipo de conducción en ciudad puede ser difícil debido a las interrupciones del tránsito, los semáforos y los embotellamientos. Por eso, en contextos urbanos el foco debe estar puesto en una aceleración progresiva y en evitar maniobras abruptas, que no solo aumentan el consumo sino también el desgaste general del vehículo.
La prisa al circular genera que el vehículo sufra por cambios de velocidad repentinos, generando que el auto tenga que reaccionar de golpe y tenga un mayor consumo.
Además de la velocidad, existen otras prácticas que ayudan a mejorar el rendimiento del combustible. Una de las más básicas, pero a menudo descuidada, es mantener la presión adecuada en los neumáticos. Circular con presión insuficiente genera una mayor resistencia al avance y obliga al motor a trabajar más, con el consiguiente gasto adicional. También es importante moderar el uso del aire acondicionado, que demanda energía adicional del motor.
Finalmente, los especialistas recomiendan evitar aceleraciones a fondo, especialmente en frío, cuando el motor aún no alcanzó su temperatura óptima de funcionamiento. Arrancar el auto antes de emprender un viaje e ir aumentando progresivamente la velocidad, con suavidad y mantener una marcha pareja, puede generar ahorros considerables a lo largo del tiempo.
La diferencia entre un auto y un SUV radica únicamente en el motor que porte y las recomendaciones de la marca en cuanto a consumo. Los lineamientos generales destacados anteriormente aplican para cualquier vehículo, independientemente de su segmento.