Hace pocos días se anunció la mayor operación de alquileres de oficinas: JP Morgan alquiló un nuevo edificio entero de oficinas en Núñez. La operación la cerró CBRE y para los managers de la compañía no se trató de una firma más. Aunque los voceros de CBRE aclaran que no hablan en nombre del banco, tienen una mirada clara sobre los motivos detrás de esa decisión.
“El proyecto se basa en consolidar y expandir operaciones de back office en un lugar donde el costo es competitivo y el talento es calificado”, explicó Adolfo Ramírez Escudero presidente de CBRE para España y América Latina y agregó que “la calidad del talento, la educación universitaria, el nivel de inglés, y la posibilidad de encontrar espacios adecuados hacen que Argentina sea una opción lógica”.
Según el ejecutivo, este tipo de decisiones no se toman por los vaivenes de la inflación o los tipos de interés del mesL, sino por la evaluación profunda de variables estructurales. “Antes no se daban las condiciones de estabilidad, ahora vemos un escenario de mayor previsibilidad macroeconómica, aunque el futuro no esté del todo escrito”, afirmó a LA NACION.
El ejecutivo también se refirió a la macro argentina: cree que “el país está en un punto de inflexión y que, concretamente, el aspecto inmobiliario puede beneficiarse de este momento”.
Uno de los puntos que destacó fue la relación entre costo y calidad. “El costo en Argentina con respecto a la calidad y al talento es muy competitivo”, aseguró Ramírez Escudero. A su vez, detalló que, si bien el alquiler de oficinas está entre los más altos de Latinoamérica, este factor representa apenas un 10% del costo total. “Lo relevante es el costo laboral y la capacidad de escalar operaciones con talento local”, indicó.
La reputación de Argentina en materia de inversión fue otro de los temas que abordó el ejecutivo. “El país tiene una memoria histórica compleja para los inversores. Desde el corralito hasta las restricciones a la salida de capital, hay una desconfianza que no se cura en seis meses”, fue directo aunque se mostró optimista: “El capital es egoísta. Si ve que las cosas cambian y hay oportunidades, vuelve”. En la misma línea, Nicolás Cox, director ejecutivo de CBRE Argentina y Chile coincidió en que si bien “todavía es incipiente, ya se está planificando a largo plazo. Vemos interés en energía, minería y, con el tiempo, también en real estate, que es por definición una inversión de largo plazo”.
Uno de los sectores que muestran señales de reactivación es el alquiler de oficinas. Según los ejecutivos, la pandemia había frenado tanto la oferta como la demanda, pero ahora las empresas están regresando a la presencialidad.
“Por ejemplo, en Nueva York, JP Morgan fue el primero en anunciar el regreso al régimen 5×0, es decir lunes a viernes full presencial y eso implica metros cuadrados”, agregó Ana González Ferrero, directora de asesoría senior de CBRE Argentina.
Además afirmó que las oficinas se han transformado en experiencias y que los amenities, que van desde siestarios y cafeterías premium hasta servicios de vacunación, hoy son más valorados que nunca.
Ramírez Escudero sostuvo que “la no presencialidad tiene costos, no solo en productividad, sino también en creatividad y construcción de vínculos”. A su vez, Cox destacó que “el diseño de las oficinas debe adaptarse a la flexibilidad: reuniones híbridas, espacios colaborativos y tecnología adecuada”.
Otro eje de desarrollo que los referentes de CBRE consideran estratégico es el industrial y logístico. “Vemos demanda creciente, poca oferta y un cambio de paradigma en el tipo de depósitos necesarios: más altura, más flexibilidad, más cercanía a los centros urbanos”, dijo Ramírez Escudero. En ese sentido, observan espacio para crecer en almacenamiento vinculado al e-commerce, con lógica de última milla.
El desafío, como en otros sectores, es la escasez de capital. “Se construye solo bajo demanda. Y como no hay financiamiento, los desarrollos van lentos”, señaló.
Por otra parte, resaltaron que el sector agroindustrial es otro vertical en el que la firma apuesta a crecer. “Argentina tiene 39 millones de hectáreas productivas, de las cuales el 70% está en tierras arrendadas. Eso crea un mercado dinámico de compra, venta y arriendo de tierras”, explicó González Ferrero. En este sentido, Ramírez Escudero destacó un modelo en crecimiento: “Muchos productores venden sus tierras para invertir en tecnología y luego las arriendan. Así ponen a trabajar ese capital en su propio negocio. Lo vimos en Europa y puede empezar a darse acá también”.
La vivienda y hotelería son dos industrias que son parte de los negocios con potencial. Desde CBRE advirtieron que, tanto en el mercado hotelero como en el residencial multifamiliar, hay un punto en común: una demanda insatisfecha y activos con potencial para reconvertirse. En Buenos Aires, muchos hoteles ubicados en zonas estratégicas no recibieron inversiones en los últimos 15 años. “Hay edificios en el centro que podrían transformarse en productos premium”, señaló Ramírez Escudero, quien remarcó que se trata de una oportunidad clara si el contexto acompaña.
González Ferrero explicó que, tras el auge de los nómades digitales y la posterior caída con la suba del dólar, el sector hotelero comenzó a reconfigurarse hacia experiencias más específicas. “Se buscan nichos, propuestas boutique y mayor calidad de servicios”, indicó.
Algo similar sucede con la vivienda multifamiliar y las residencias estudiantiles, segmentos que en otros países ya están consolidados y que en Argentina aún tienen margen para crecer. “Hay una demanda insatisfecha en todos los rangos de vivienda”, sostuvo Ramírez Escudero. Sin embargo, advirtió que uno de los principales obstáculos es la falta de financiamiento adecuado para sostener estos activos en el largo plazo.
Cox coincidió y subrayó que el acceso a deuda resulta clave: “Sin palanca, se hace inviable sostener un edificio en renta”.
La digitalización global y el auge de la inteligencia artificial convirtieron a los data centers en un activo estratégico en el mundo del real estate.
En la Argentina, la demanda existe, pero aún faltan condiciones estructurales para que el sector despegue. “Para hacer un data center necesitás 10 veces más estabilidad que para construir viviendas. Son inversiones multimillonarias que requieren energía confiable, continua y barata”, explicó Ramírez Escudero.
Cox agregó que el principal cuello de botella no es la conectividad —que puede resolverse mediante cables internacionales— sino el acceso a energía estable y a precios razonables. “Estamos hablando de consumos de entre 30 y 50 mega watts por hora, con niveles de disponibilidad del 99,99%. Sin ese estándar, el negocio no funciona”, afirmó.
González Ferrero indicó que muchas empresas internacionales testean oportunidades en Argentina, pero terminan optando por mercados más previsibles. “Comparan y eligen Uruguay. Allá encuentran más estabilidad”, apuntó.
En definitiva, los países que concentran los desarrollos más importantes en esta industria en América Latina son Brasil y Chile, con movimientos incipientes en Colombia y México.
En su análisis de la región, Adolfo Ramírez Escudero destacó que América Latina combina realidades diversas con un potencial de crecimiento común. México y Brasil concentran gran parte de la actividad económica e inmobiliaria, mientras que Chile se consolida como un refugio estable, con oportunidades en logística y tecnología.
Pese a los contrastes, sostuvo que la región en su conjunto ofrece una combinación atractiva de juventud demográfica, demanda insatisfecha y creciente integración económica. “El mundo tiende a converger, y Latinoamérica puede acompañar esa tendencia si logra resolver sus restricciones internas”, afirmó.
En ese marco, señaló que la Argentina debe ofrecer rentabilidades más altas que otros mercados para compensar el riesgo, especialmente para quienes dan los primeros pasos. “Hay que ser generosos con los inversores que apuestan primero”, finalizó.
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