DOHA.- En el marco de su gira por los países del Golfo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, arribó este miércoles a Doha, donde fue recibido con una ceremonia de alto protocolo por el emir de Qatar, el jeque Tamim bin Hamad Al‑Thani.
El Air Force One, escoltado por jets F-15 qataríes al aproximarse a la capital, aterrizó en el Aeropuerto Internacional Hamad por la mañana. Trump descendió por la escalinata presidencial y fue saludado personalmente por Al Thani. En la pista lo aguardaban una alfombra roja, un desfile de camellos y los honores militares correspondientes a una visita de Estado.
Ya en el Amiri Diwan, la sede administrativa del emir, ambos mandatarios mantuvieron un encuentro bilateral. Allí, Trump expresó su admiración por la fastuosidad del edificio y destacó el mármol “perfecto”, además de elogiar el colorido ceremonial con camellos.
Trump destacó la “relación muy especial” entre Estados Unidos y Qatar, y, de manera algo peculiar, comparó al emir con el príncipe heredero saudita Mohammed bin Salman, señalando que ambos son “altos, guapos y muy inteligentes”. Esta afirmación no fue la primera de este tipo, ya que previamente había hablado de manera similar del presidente sirio Ahmed al-Sharaa. Agradeciendo al emir por su amistad, Trump expresó: “Simplemente nos agradamos mutuamente”.
Al Thani, por su parte, manifestó su esperanza de que los esfuerzos del presidente estadounidense contribuyan a frenar la guerra en Gaza y a disminuir las tensiones con Irán. “Sé que usted es un hombre de paz”, declaró el emir. “Sé que usted quiere traer paz a esta región”. Está previsto que más tarde en la jornada, Trump sea homenajeado con una cena de Estado.
La escala en Doha constituye la segunda etapa de la gira oficial de Trump por Medio Oriente, tras su paso por Arabia Saudita, donde también suscribió acuerdos económicos y de defensa. El mandatario estadounidense tiene previsto viajar a Emiratos Árabes Unidos el jueves para completar su recorrido por la región.
Según informó la Casa Blanca, los acuerdos firmados con Qatar generarán un volumen de intercambio económico estimado en al menos 1,2 billones de dólares. Se trata de un paquete integral que abarca tanto la compra de aeronaves como inversiones en infraestructura militar y proyectos de defensa conjunta.
El componente más destacado es el contrato entre Qatar Airways y Boeing para la adquisición de hasta 210 aviones 787 Dreamliner y 777X, equipados con motores de GE Aerospace. La hoja informativa oficial sitúa el valor del acuerdo en 96.000 millones de dólares, aunque durante la ceremonia en Doha, Trump afirmó que el monto podría alcanzar los 200.000 millones de dólares por 160 aeronaves, lo que, según sus palabras, lo convertiría en “el mayor pedido de aviones en la historia de Boeing”. Pese a que la empresa no publica precios de lista, analistas de la industria calculan que un pedido de esa magnitud podría rondar los 70.000 millones de dólares antes de descuentos.
A este acuerdo se suma una declaración de intenciones para que Qatar destine 38.000 millones de dólares a la modernización de la base aérea de Al Udeid y a la mejora de las capacidades defensivas del emirato. La base alberga a más de 10.000 militares estadounidenses y es la sede del cuartel general avanzado del Comando Central del ejército de Estados Unidos, lo que subraya la importancia estratégica de Doha como aliado militar.
Boeing estima que el contrato con Qatar Airways sustentará unos 154.000 empleos directos anuales en Estados Unidos y más de un millón de puestos de trabajo a lo largo del ciclo de producción y entrega de las aeronaves. A su vez, las inversiones en infraestructura militar implican beneficios adicionales para contratistas de defensa estadounidenses, como RTX Corporation (ex Raytheon), Lockheed Martin y Northrop Grumman.
Una de las controversias más destacadas del viaje ha sido la propuesta del gobierno qatarí de obsequiar a Estados Unidos un lujoso Boeing 747‑8 que podría ser utilizado como avión presidencial mientras se completan las nuevas versiones del Air Force One. Trump ha respaldado públicamente la idea, señalando que es “fiscalmente inteligente” y que el avión sería renovado y eventualmente donado a su futura biblioteca presidencial. “No lo usaré una vez que deje el cargo”, aseguró.
Desde Doha se ha aclarado que aún no hay una decisión final sobre el regalo. Sin embargo, en Washington surgieron críticas éticas por la posibilidad de que un presidente en funciones acepte un bien de tal magnitud de parte de un gobierno extranjero.
Pese a su rol como socio clave de Estados Unidos en la región, Qatar ha estado en el centro de múltiples escándalos internacionales de corrupción y sobornos.
En Israel, fiscales investigan si Doha pagó a asesores cercanos al primer ministro Benjamin Netanyahu para lanzar campañas destinadas a mejorar la imagen del emirato entre los israelíes.
En Europa, dos parlamentarios fueron imputados por aceptar pagos de Qatar, en un caso conocido como “Qatargate”.
En Estados Unidos, la empresa RTX Corporation acordó en 2024 pagar más de 950 millones de dólares para resolver acusaciones de fraude al gobierno y presuntos sobornos vinculados a contratos en Qatar. El emirato ha negado reiteradamente haber cometido irregularidades.
Pese a estas controversias, Qatar sigue siendo un mediador clave en conflictos regionales, especialmente en lo que respecta a Hamas y la situación en Gaza. Su combinación de influencia diplomática, capacidad financiera y cooperación militar con Washington lo posiciona como un actor fundamental en la arquitectura de seguridad del Golfo.
Agencias AFP, AP y Reuters