Como un golpe inesperado, en menos de ocho horas la intensa lluvia arrasó con todo en Formosa. Más de 400 milímetros, y en algunas zonas hasta 600, cayeron entre la noche del martes y la madrugada del miércoles pasado en una amplia franja del oeste formoseño. Lo que vino después fue desesperación, aislamiento y pérdidas. “Hemos improvisado, con las herramientas agrícolas que teníamos, un campamento para poder sobrevivir a esto”, contó con angustia un productor de esa región, en un video grabado desde arriba de una casilla rodeada por el agua.
La situación fue dramática. “En la zona donde estamos ubicados con nuestros animales, ha llovido más de 600 milímetros. Nos ha quitado todo lo que sea tierra firme, tanto en la limpiada como en los montes”, relató el hombre, visiblemente impactado. En su testimonio mostró cómo una camioneta quedó varada y elevada sobre tablones para evitar que el agua cubriera por completo el escape: “Así ha quedado nuestro aposento”.
Alfredo Maglietti, presidente de la Sociedad Rural de Formosa y director de la Sociedad Rural Argentina (SRA), señaló sobre la magnitud del evento. “En localidades como Palo Santo, Subteniente Perín, Bañaderos y zonas cercanas llovieron entre 300 y 400 milímetros. Algunos reportan más de 500, todo en poco tiempo. Fue desde las 20 hasta la madrugada del otro día, cuando llovió una cantidad extraordinaria”, dijo a LA NACION.
El impacto no solo fue sobre los campos: también afectó a pueblos enteros. “Provocó el anegamiento del 80% de los pueblos de la región, con entrada de agua en las viviendas y pérdidas de muebles y pertenencias. Para los pueblos rurales fue un golpe más importante aún”, lamentó Maglietti.
El contraste es violento. Hasta hace pocos días en esa misma región se hablaba de sequía. “Había falta de agua en varios sectores. En el este de Formosa, en general, todavía falta agua. Pero en el oeste llovió de forma tan intensa que ahora el problema es el exceso”, explicó el dirigente rural.
Pese al desastre, por ahora no se reportaron pérdidas de ganado mayor. “La mayoría de los campos son ganaderos. Se perdieron animales menores, como gallinas o pavos, pero no tenemos información de pérdidas de bovinos. Sí sabemos que hubo que improvisar espacios elevados para resguardar a los animales, porque los campos quedaron sin piso”, contó Maglietti.
Desde el aire, lo que se ve es un mar en tierra adentro. “El agua corre de oeste a este, hacia el río Paraguay. Creemos que, si no hay más lluvias, esto podrá solucionarse relativamente bien. Pero hay anuncios de nuevas precipitaciones, así que estamos atentos”, advirtió.
Comentó que este tipo de fenómenos no son comunes. “Es un evento climático muy atemporal. En 40 años no se recuerda algo así. Si bien en esta época puede haber lluvias, no de esta magnitud”, subrayó el presidente de la Sociedad Rural local.
Las imágenes que llegan desde el terreno son elocuentes: vehículos elevados sobre maderas, casillas flotando, animales a resguardo donde pueden, familias aisladas. “La gente quedó incomunicada. Los caminos rurales están intransitables y las rutas nacionales deterioradas. No se puede circular”, alertó Maglietti.
A la emergencia hídrica se sumó un reclamo estructural. “Falta infraestructura para evacuar el agua. No hay obras suficientes, ni mantenimiento de caminos. Eso agrava todo”, afirmó.
Desde el sector rural pidieron respuestas urgentes. “Esto deja en evidencia una vez más el abandono de las zonas productivas del interior profundo. Necesitamos que se invierta en obras que mitiguen estos desastres. Porque hoy fue el oeste formoseño, pero mañana puede ser cualquier otra región”, dijo.
Mientras tanto, los productores resisten como pueden, en la incertidumbre. En medio del barro y la desolación, esperan que el agua baje y que no vuelva a llover.