Por qué la izquierda en Chile llega a las elecciones con la misión casi imposible de retener el poder

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SANTIAGO, Chile.– Este domingo 16 de noviembre, Chile volverá a votar en unas elecciones presidenciales que pondrán a prueba la resistencia del bloque progresista que gobierna desde marzo de 2022.

Con la exministra Jeannette Jara como abanderada, la izquierda llega a la cita dividida: o apunta a preservar el poder y/o redefine con urgencia su identidad.

Jeannette Jara, candidata a la presidencia en Chile, se saca una selfie con seguidoras

Mientras, en la interna del oficialismo, la consigna es simple pero incierta: mantener la unidad sin perder el alma.

En los días previos, el clima político se intensificó. Los ocho candidatos protagonizaron el último debate televisado de la campaña, marcado por los cruces en torno a la seguridad, la economía y la gobernabilidad.

Al día siguiente, Jara cerró su campaña en Maipú ante una multitud que exigía continuidad y justicia social, mientras José Antonio Kast lo hacía en el Movistar Arena con un mensaje centrado en el orden y la lucha contra la delincuencia.

Un resumen exprés de la polarización que atraviesa a Chile en la antesala de una elección tan emocional como programática.

El triunfo de Jara en las primarias de junio despejó las dudas sobre quién representaría la continuidad del proyecto de Gabriel Boric.

El cierre de campaña de KastMARVIN RECINOS – AFP

Para Hernán Campos, académico de Ciencia Política de la Universidad Diego Portales, esa victoria “dejó con pocas posibilidades de protagonismo a los sectores más moderados de la centroizquierda”.

Por ello, la pregunta que hoy moviliza los análisis es hasta qué punto Jara puede ser heredera de Boric sin cargar con su desgaste.

“La administración actual no goza de buena aprobación y la conflictiva carga histórica de su partido aún resuena en el inconsciente colectivo de las personas”, dijo el experto en conversación con LA NACIÓN, refiriéndose el hecho que la candidata comunista ha preferido mantener cierta distancia del gobierno.

El candidato presidencial Johannes Kaiser, del Partido Nacional Libertario, hace campaña con su esposa Ivette Avaria durante un mitin previo a las próximas elecciones en Santiago de Chile, el martes 4 de noviembre de 2025. (AP Foto/Esteban Félix)Esteban Felix – AP

“Jara equidista entre una candidatura revestida de una visión socialdemócrata y una pretensión inconfesada de quienes buscan consolidar una propuesta política que, a pesar del ímpetu de la derecha, aspira a reivindicar el proyecto de una izquierda moderna”, señaló Campos.

Para el analista Mario Herrera, de la Universidad de Talca, el desafío no pasa por la doctrina, sino por la empatía con un electorado que ya no responde al antiguo mapa de la izquierda.

“La apuesta de Jara es pragmática y no programática. Ella absorbe todos los votantes de izquierda porque no tienen otra alternativa con reales posibilidades y porque representa la continuidad del gobierno de Boric”, afirma.

Pero el problema, agrega, es que “los sectores populares, curiosamente, han sido particularmente ajenos a la candidatura de Jara. Los candidatos de derecha entraron con fuerza con un discurso basado en aumentar la apatía, el descontento y mezclarlo con la lógica del mérito. Eso desplazó por completo al lenguaje tradicional de la izquierda vinculado con los sectores populares”.

La candidata presidencial Evelyn Matthei, de la coalición Chile Vamos, es rodeada por la prensa a su llegada a una misa en la Catedral de Santiago de Chile, el jueves 6 de noviembre de 2025, a pocos días de las elecciones generales. (Foto AP/Esteban Félix)Esteban Felix – AP

Esa pérdida de conexión territorial también la ve Julio Isamit, director del Instituto Res Publica y exministro del segundo mandato de Sebastián Piñera.

“La estructura partidaria está totalmente debilitada por la mala gestión del gobierno y el amplio rechazo que genera el presidente Boric en el electorado”, indicó.

“La izquierda conserva bastiones fuertes como las grandes áreas urbanas y ciertos nichos electorales como sindicatos y grupos de funcionarios públicos”, añadió Isamit, quien destacó que el oficialismo se enfrenta “a la derecha más fuerte electoralmente en las últimas décadas”.

“Es la dueña de la calle, con amplia penetración social y cuyos candidatos aglutinan más del 60% del respaldo popular”, agregó.

En todo caso, el mapa político muestra algunos bastiones: Antofagasta, Valparaíso, Maipú y Peñalolén aparecen entre los focos donde la maquinaria oficialista aún conserva músculo.

Pero en las zonas fronterizas y del norte grande —donde la seguridad y la migración dominan la agenda— el voto progresista se diluye.

“Más que perfil territorial, la elección se define por segmentos específicos de la población que hoy están indecisos”, precisó Herrera, mencionando especialmente “a los jóvenes y las mujeres de clase media baja y baja”.

La relación con el viejo mundo de la Concertación, rebautizado como Socialismo Democrático, atraviesa la recta final como un tema incómodo. Campos recuerda que, tras la derrota del primer proceso constituyente, “el gobierno comenzó a incorporar a sus cargos figuras de la izquierda tradicional”, lo que abrió espacios de colaboración.

Pero el episodio más reciente mostró fisuras: “En octubre, un grupo de figuras de la ex Concertación redactaron una misiva expresando su respaldo a Evelyn Matthei”.

Isamit lo sintetiza con crudeza: “La ex Concertación hoy tiene dos vertientes. Una de ellas, que forma parte del Gobierno y que no dudó en aliarse con la izquierda y el Partido Comunista. Por otro lado, un grupo menor ya cruzó el Rubicón al rechazar el borrador constitucional que presentó la izquierda, y esa alianza se ha ido cristalizando al punto que casi un centenar de exautoridades llamaron a respaldar a Matthei”.

El presidente saliente, Gabriel BoricLEONARDO MUNOZ – AFP

El analista Mario Herrera, de igual modo, matizó el impacto de ese divorcio: “La ex Concertación fue vital para la gobernabilidad del gobierno de Boric, pero no mueve la aguja. La primaria demostró que rememorar el pasado de la Concertación con figuras de esa época no entusiasma a los electores, específicamente a los jóvenes y los desafectos”.

Con todo, y a pocos días de la definición, Jara enfrenta un dilema sin salida simple.

Debe convencer al país de que puede representar la continuidad sin repetir los errores, y prometer un futuro nuevo sin traicionar las banderas que la llevaron hasta aquí.

Entre la necesidad de gobernabilidad y el peso de la historia, la izquierda chilena llega al domingo sabiendo que, más que una elección, lo que se juega es su propia supervivencia.