El reclamo de la siderurgia argentina, entre China y la estabilización incompleta

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Empresarios de la industria siderúrgica oscilan en su mirada. Hablan del vaso medio lleno cuando analizan las medidas de estabilización macroeconómica impulsadas por el gobierno de Javier Milei -con una caída en la inflación, la eliminación de la brecha cambiaria y una mayor apertura del cepo- pero, al mismo tiempo, ven el vaso medio vacío por una serie de factores internos, como el freno en la obra pública y la caída en la construcción y el consumo, que afectan las ventas del sector, o la falta de competitividad asociada al “costo argentino”, en el que impactan cuestiones impositivas, regulatorias y de infraestructura.

En ese contexto, las empresas del sector ponderan el resultado de las últimas elecciones y piden al Gobierno que avance en la discusión en el Congreso para concretar las reformas laboral y tributaria, dos factores que consideran claves para mejorar la productividad sistémica de la economía argentina. Mientras tanto, coexisten los elogios por la “mayor apertura” con los reclamos para que se “nivele la cancha” y se atienda al avance chino, que tanto con su producción primaria de acero como con bienes finales (desde envases y automóviles hasta línea blanca) amenaza con ganar terreno en el mercado regional.

La producción local de acero se encamina a cerrar el año con un crecimiento del 2,9%. Se trata de una variación modesta, inferior a la estimada para el PBI (4,5%), y que se da luego de un desplome del 9,5% en la industria en 2024. Son datos de Alacero, la entidad que nuclea a las cámaras regionales del sector, que también describen un crecimiento del 6,5% en la fabricación de aceros laminados (aunque el nivel está un 23% debajo de 2023) y del 10,8% en aceros largos (este segmento muestra una caída del 34% frente a 2023), este último más comprometido por el menor dinamismo en el sector de la construcción tras el freno en la obra pública y el estancamiento en las obras privadas por el alza de costos.

Ya probamos que con una economía cerrada no funciona. Tenemos que ir a un esquema más abierto y la discusión es cómo la Argentina se abre en este contexto”, planteó Martín Berardi, CEO de Ternium Argentina, al identificar la amenaza que el avance chino supone para la producción local y las consecuencias de la reacción arancelaria de Estados Unidos o la Unión Europea podría tener sobre la economía global.

En ese contexto, Berardi advierte que esa economía “más abierta te obliga a ganar competitividad”, en una agenda que incluye factores internos (“Tenés que aplicar la motosierra en todos los gastos superfluos, ganar eficiencia, invertir en tecnología y automatización”) como por elementos que involucran al Estado.

El primer reclamo común en la industria es el de los impuestos distorsivos. “Tenemos tres impuestos que no tiene nadie: Ingresos Brutos, cheque y tasas municipales, que se agregan en cada etapa de valor. Eso hace que tengamos una carga impositiva mayor que cualquier otro competidor de América Latina. Imaginate contra China, que tiene subsidios de todo tipo”, planteó Berardi, quien también instó al Gobierno a avanzar en la reforma laboral: “Eso hace que las pymes tomen más empleo formal. Los juicios, por ejemplo, hoy son un problema”.

Para Federico Amos, CEO de ArcelorMittal Acindar, el proceso de estabilización económica que avanzó desde tras el cambio de gobierno, y sus consecuencias sobre la actividad, eran esperables. “Este año va a haber un rebote, pero seguimos por debajo de 2023 y del promedio histórico”, dice el ejecutivo cuya firma, especializada en aceros largos, sintió el efecto de la baja en la construcción y el corte en la obra pública. Ese, insiste Amos, es un factor pendiente para el futuro. “Mejoró la macroeconomía, pero desapareció parte de la demanda. Ahora la obra pública tiene que volver. El tema es cómo. Pero esa discusión no está”, reclama el ejecutivo, quien proyecta un crecimiento de la actividad también en 2026. “Esperamos una recuperación del crédito que impulse a la economía”, dijo a LA NACION.

El escenario optimista para el año que viene es compartido por Berardi. “El acero está detrás de esa cadena de valor de la minería, de Vaca Muerta, del agro, que si anda bien invierte en galpones, cosechadoras, sembradoras o pick-ups. La visión es positiva, pero ahora hay que hacer la tarea”, dice el ejecutivo, en referencia a las reformas que impulsa el Gobierno. También, insiste en que “la dirección correcta” es “ir saliendo del cepo”: “Para que haya inversión, tiene que haber libre flujo de capitales. Si no, es difícil. Entonces, es importante que el país salga del cepo lo antes posible para las empresas y eso va a viabilizar inversiones porque hay potencial”.