Al igual que había ocurrido en agosto, la canasta básica alimentaria (CBA) y la básica total (CBT), que se usan respectivamente para medir la indigencia y la pobreza, volvieron a mostrar la misma variación y a encarecerse por debajo de la inflación. En este caso, ambas aumentaron 1,4% –el mes previo la cifra había sido de 1%–, mientras que el IPC fue del 2,1%.
También en la medición interanual las dos canastas se incrementaron menos que el Índice de Precios al Consumidor (IPC). Ante una inflación de 31,8%, la CBA se incrementó 23,1% en el período, mientras que la CBT subió 22%.
Además, según surge del informe publicado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), ambas canastas crecieron por debajo de los precios cuando se analiza el acumulado del año, de enero a septiembre: frente a una inflación de 22%, la CBA aumentó 17,5% y la CBT subió 14,9%.
No se trata de un dato menor para el Gobierno, que observa con atención la variación de ambas canastas, ya que, como se dijo, se utilizan para medir el nivel de indigencia y de pobreza. Dado que han crecido por debajo de la inflación, es posible que ello redunde en una disminución del número de indigentes y pobres –aunque esos índices también dependen del nivel de ingresos de los hogares–.
En tal sentido, el economista Jorge Colina, director del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), comentó que la canasta básica sigue consistentemente por debajo del IPC porque este está ahora motorizado por los servicios, un factor que la CBT no refleja bien. “A este ritmo, es de esperar que la pobreza siga bajando porque la tasa de crecimiento del salario informal (el salario de los pobres) sigue creciendo por encima. En la medida que la inestabilidad cambiaria no se traslade a alimentos, esta tendencia se mantendrá.
Más allá del encarecimiento de las canastas por debajo de la inflación, la cifra necesaria para no ser considerado indigente o pobre sigue siendo difícil de alcanzar para muchos hogares argentinos. Según el Indec, una familia tipo (cuatro integrantes) necesitó en septiembre $527.736 para no se indigente, mientras que lo requerido para no caer en la pobreza ascendió a $1.176.852.
En tanto, en el caso de un individuo adulto, la suma necesaria para no caer en la indigencia fue el mes pasado de $170.788, mientras que el monto requerido para no ser catalogado como indigente ascendió a $380.858.
Agustín Salvia, sociólogo y director del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, dijo que el hecho de que la canasta básica total crezca por debajo de la inflación, va a favorecer la capacidad de consumo. “Pero esto, que es técnico, no se refleja en términos reales en la práctica. En ese contexto no estamos considerando suficientemente la canasta de bienes y servicios que consume la población”, explicó el especialista.
Ademas, según analizó Salvia, hay servicios, como gas, agua, luz o expensas, que han crecido a un ritmo superior al índice promedio de precios, y que no “no están suficientemente considerados ni en el IPC ni en el valor de la CBT”. Y agregó: “Si bien la caída de la pobreza es genuina y real, hay una sobre-representación de esa caída”.
Por su parte, el economista Mateo Borenstein, de la consultora Empiria, la canasta básica en términos reales cayó 0,7%, principalmente por una caída del precio de los alimentos. “Desde noviembre de 2023, la canasta básica cayó 10%, debido a una caída del 7% del precio de los alimentos”, remarcó.
Además, Borenstein destacó que el dato de pobreza del primer semestre fue del 31,6% y opinó que “en la medida en que la canasta básica siga aumentando por debajo de la inflación, la canasta continuará abaratándose con efectos positivos en la medición de la pobreza”.