Adobe y arcilla que construyen historia y patrimonio

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El adobe es un material de construcción que se utiliza desde tiempos prehispánicos en América Latina. Se elabora a partir de una mezcla de arcilla, agua y fibras vegetales como paja o pasto seco. Esta mezcla se moldea en bloques que se secan al sol y luego se utilizan para levantar muros. En San Juan, esta técnica fue fundamental para construir viviendas, escuelas, capillas y edificios públicos, especialmente en zonas rurales y cordilleranas.

La arcilla, componente principal del adobe, es un mineral no metálico que se forma por la descomposición de rocas ricas en feldespato, como el granito. En la provincia se encuentra en grandes cantidades en distintas regiones del territorio, y su extracción es sencilla, de bajo impacto ambiental y con múltiples usos.

La arcilla pertenece al grupo de los minerales silicatados y está compuesta principalmente por partículas muy finas de silicatos de aluminio hidratados. Su estructura le otorga propiedades plásticas cuando está húmeda y gran dureza al secarse, lo que la hace ideal para la fabricación de ladrillos, cerámicas y materiales de construcción como el adobe.

Además de su valor histórico y arquitectónico, la arcilla tiene aplicaciones industriales cada vez más relevantes. En la industria cerámica se utiliza para fabricar azulejos, sanitarios, vajilla y ladrillos. En la cosmética se emplea en mascarillas, exfoliantes y productos para el cuidado de la piel. En la medicina, algunas arcillas tienen propiedades absorbentes y desintoxicantes. En la tecnología, se investiga su transformación en nanoarcillas, con aplicaciones en materiales compuestos, envases inteligentes y hasta en la industria aeroespacial.

Rastros de historia

Un caso emblemático del uso tradicional del adobe en San Juan es la Capilla Jesús de la Buena Esperanza, ubicada en Barreal y restaurada hace unos años con apoyo del Ministerio de Minería. La capilla es la primera que se construyó en esta localidad calingastina, en los terrenos del finquero Julio Álamo oriundo de Chile, que fueron donados específicamente para este lugar de oración, y fue inaugurada el 10 marzo de 1938 por el obispo Américo Orzali.

La capilla tiene una imagen particular de Cristo, también llamada como El Justo Juez, que es una representación de Jesús sentado en un trono con vestidos reales. Al costado izquierdo, y bajo un tragaluz, se encuentra la imagen de María bajo la advocación de la Virgen de Andacollo. Ambas imágenes, talladas en madera, fueron traídas desde Chile, en los años 40, en lomo de mula.

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