Por qué sube el dólar, pero no la inflación

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Una macroeconomía más ordenada, con equilibrio fiscal y menor liquidez en circulación, apertura comercial y un consumo todavía apático explica por qué, pese a que el tipo de cambio subió en promedio un 7% en julio, la inflación se ubicaría por debajo del 2%, en línea con lo registrado en los dos meses anteriores, según estimaciones de economistas.

En otras palabras, la devaluación del mes no tuvo un traslado directo a los precios —o pass through, en la jerga económica—, como ocurrió en la mayoría de las ocasiones anteriores en la Argentina.

Fernando Marull, director de la consultora FMyA, proyecta que el índice de precios al consumidor (IPC) de julio estaría cerca de 1,7%, sin señales claras de aceleración.

En su visión, hay tres factores que explican la baja sensibilidad de los precios a la devaluación. Primero, que muchos bienes ya estaban valuados con un dólar más alto. “Antes de la devaluación de abril, el mercado ya anticipaba un tipo de cambio más elevado. En marzo hubo remarcaciones que luego se deshicieron. Es probable que los agentes hayan tomado nota de eso y hayan evitado repetirlo, más aún con las ventas en niveles bajos”, señaló.

Segundo, destacó el mayor orden macroeconómico, con superávit fiscal y tasas reales positivas. Y tercero, que muchos sectores de consumo masivo y comercio enfrentan ventas bajas, por lo que hay poco margen para convalidar subas. “Sería un factor más micro que macro”, dijo.

Lorenzo Sigaut Gravina, economista de la consultora Equilibra, también prevé una inflación “cerca del 2% o incluso por debajo”, a pesar de la suba del dólar oficial. Para él, el pass through fue “muy bajo” y obedece a una combinación de factores: una economía más amesetada desde el consumo, mayor apertura comercial y competencia interna que presiona los márgenes empresariales y subas de tasas que enfrían la demanda.

«Algunos precios ya estaban ajustados por un tipo de cambio implícito más alto, como el contado con liquidación, que había llegado a $1300», dice Sigaut GravinaFreepik

“Todo eso hace que haya poco margen para subir precios. Además, algunos precios ya estaban ajustados por un tipo de cambio implícito más alto, como el contado con liquidación, que había llegado a $1300. Si el oficial no lo supera, no hay razón para volver a remarcar”, explicó.

En esa misma línea, Lucio Garay Méndez, economista de EcoGo, estimó una inflación de 1,8% para julio y también identificó un traspaso a precios limitado. “Primero, porque esta vez la volatilidad cambiaria no estuvo asociada a un desanclaje de expectativas. Segundo, porque la economía se desacelera y los salarios no repuntan, lo que limita la capacidad de trasladar aumentos. Y tercero, por las correcciones macro recientes, como el ajuste fiscal y la mejora del balance del Banco Central, que influyen en la estabilidad de expectativas”, argumentó.

María Castiglioni, directora de C&T Asesores Económicos, por su parte, también proyecta una inflación menor al 2% y remarcó que no se están viendo impactos cambiarios en los precios. “Cuando uno compara con países como Chile, donde el tipo de cambio es flexible, los precios no reaccionan tan fuerte a las devaluaciones. ¿Por qué? Porque hay un banco central creíble, políticas fiscales consistentes y demanda por la moneda local. En la Argentina, eso no pasaba porque siempre hubo emisión, déficit fiscal y pérdida de confianza, lo que provocaba una correlación entre dólar e inflación. Hoy, con la política monetaria más ordenada y sin emisión, eso empieza a cambiar”, explicó.

Ramiro Castiñeira, director de Econométrica, proyecta una inflación de apenas 1,7% en julio; en su diagnóstico, la clave es que “ya no se emite dinero”[e]MARTIN ZABALA – XinHua

No obstante, Castiglioni advirtió que este es un proceso “incipiente” y que el gran desafío es consolidar la expectativa de que ya no se emitirán pesos para financiar al fisco. “Eso es lo que evitará que cada suba del dólar termine trasladándose a precios”, agregó. También señaló que muchos productos importados durante 2023 ya se valuaban con un dólar paralelo más alto, por lo que no hay necesidad inmediata de subir precios.

Ramiro Castiñeira, director de Econométrica, proyecta una inflación de apenas 1,7% en julio. En su diagnóstico, la clave es que “ya no se emite dinero”. “El Banco Central tiene control de la cantidad de pesos, y la devaluación fue un cambio de precios relativos sin expansión monetaria. Durante décadas, en la Argentina, la inflación estuvo ligada a la pérdida del poder adquisitivo del dinero por emisión. Hoy eso no está ocurriendo”, resumió.

Por último, la economista Melisa Sala, de la consultora LCG, dijo que para julio estima una inflación en línea con la de junio, o incluso unos puntos por encima. “Los servicios regulados recobraron ritmo y los estacionales dejaron de mostrar bajas este mes. Por ahora la inflación núcleo no viene incorporando la suba del dólar oficial. Entendemos que, en un escenario más volátil, la respuesta de ajuste de precios no es tan lineal como antes”, indicó.

“Además, es posible que con la actividad que no despega con fuerza y con la mayor apertura de importaciones, que disciplina precios, el segmento minorista siga apostando a una baja de márgenes (en la medida de lo posible), lo que actúa como contrapeso achicando (o demorando) el usual pass-through de una eventual depreciación del peso a precios”, agregó.

La estabilidad reciente también tiene un componente más microeconómico. Como explicó Marull, hay sectores que simplemente no pueden trasladar mayores costos por falta de demanda. Y ese patrón se observa tanto en los datos de inflación como en los relevamientos de actividad.

En definitiva, la combinación de orden macroeconómico, apreciación previa de muchos bienes, restricciones al consumo, márgenes empresariales más ajustados y expectativas ancladas permite explicar por qué la inflación de julio será relativamente baja, a pesar de una suba del tipo de cambio que, en otro contexto, habría encendido todas las alarmas.