El español Aitor Zabalgogeazkoa es el coordinador de Médicos sin Fronteras (MSF) en la Franja de Gaza desde hace un mes, pero ya cubrió varias misiones allí en los últimos años. “Esto se ha convertido en un inmenso campo devastado en el que Israel creó la situación perfecta para matar de hambre a la gente”, dijo a LA NACION en una conversación telefónica desde el puesto de la organización en Al-Mawasi, cinco kilómetros al oeste de Khan Yunis.
Zabalgogeazkoa habló de la denuncia de más de 100 ONG -incluida MSF- sobre el dramático efecto que tuvo el bloqueo de la ayuda internacional. Desde el pasado 27 de mayo la distribución de alimentos quedó a cargo de la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF, por sus siglas en inglés).
Se trata de una organización creada en febrero pasado en Delaware, Estados Unidos, y dirigida por el pastor evangélico Johnnie Moore Jr., una figura destacada en la campaña electoral del presidente Donald Trump, que cuenta con una pequeña infraestructura muy alejada de las inmensas necesidades de la región que sufre una guerra directa desde hace casi dos años, además del bloqueo por mar y tierra desde 2007.
“Antes, la ONU y las ONG tenían un total de 400 centros de distribución de alimentos para los dos millones de gazatíes, algo que ya era insuficiente. Pero ahora la GHF tiene solo tres sitios de reparto, entre Khan Yunis y Rafah, y uno al sur de la carretera de Netzarim”, explicó Zabalgogeazkoa.
“Con suerte, en cada uno de esos lugares pueden distribuir entre 10.000 y 12.000 bolsas de ayuda diaria, algo totalmente insuficiente”, agregó.
Por otra parte, la logística de seguridad se ve superada por la necesidad apremiante de la población. “Todos los días se han producido muertes desde que comenzó este sistema de distribución. Si la gente llega temprano y se acerca a los puestos de control, les disparan para alejarlos. Y si llegan a tiempo, pero son demasiadas personas comienzan las estampidas y también les disparan”, señaló el activista de MSF.
En el acuerdo alcanzado con Estados Unidos, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) protegen los centros desde el exterior, mientras que guardias de seguridad estadounidenses mantienen el orden en el interior de los predios.
Ante la desorganización y la imposibilidad de controlar a la multitud, las FDI disparan contra la población antes de que ni siquiera puedan acercarse al lugar, denunció Zabalgogeazkoa. “Desde fines de mayo, solo en nuestros dos centros de salud pequeños de MSF hemos recibido más de 25 muertos y mil heridos que iban a buscar ayuda. Y en toda la Franja, la ONU confirmó más de 1000 muertos y 6500 heridos”, señaló.
Las deficiencias de la GHF son tanto logísticas como técnicas en cuanto a las necesidades alimentarias de la población.
“El primer problema organizativo es dónde se realiza la distribución, a varios kilómetros de los campos de refugiados de quienes necesitan ayuda”, explicó el activista de MSF.
Para evitar el peligro de coches bomba suicidas que eventualmente se podrían lanzar contra los soldados de la FDI o los guardias estadounidenses, no se permite llegar en automóvil. Solo pueden acercarse en carretas tiradas por burros o motocicletas. Pero su vez deben dejar su transporte a varios kilómetros de distancia y completar el camino a pie.
Las bolsas de ayuda pesan unos 20 kilos por lo que, aquellos que logran acceder a ellas deben cargarlas luego sobre sus hombros y andar a pie el camino de regreso.
“Esto se convierte en una tarea exclusiva para hombres en buen estado de salud, y excluye a mujeres, niños y ancianos, que suelen ser los más necesitados de los alimentos”, comentó Zabalgogeazkoa.
Además, los gazatíes nunca saben cuándo se efectuará la distribución.
“Los centros se abren sin aviso previo. Hubo días en que la apertura se realizó a la medianoche o a las dos de la mañana. Imaginemos, cuando se corre la voz de que comenzó la distribución, a miles de civiles corriendo desesperados para conseguir comida en medio de la noche en una zona de guerra y permanentes enfrentamientos armados”, dijo el coordinador de MSF en Gaza.
Otra cuestión deficiente y dramática es la característica de esos centros de distribución. “Son cuatro sitios del tamaño de un campo de fútbol, rodeados de puestos de vigilancia, montículos de tierra, alambre de púas, que cuentan con un solo punto de entrada y otro de salida, con numerosas vallas. Para cualquiera, esos lugares traen reminiscencias dramáticas de los campos de exterminio”, afirmo Zabalgogeazkoa.
Otro cuestionamiento que hacen los especialistas a la ayuda que distribuye la GHF es el tipo de alimentos que hay en las bolsas, totalmente insuficiente para una buena nutrición. El contenido alcanza para que una familia de cinco personas tenga tres comidas al día durante cinco días.
“Pero casi todos son hidratos de carbono, harinas. No hay proteínas ni nada”, explicó el director de MSF en Gaza.
Como consecuencia de esta situación, en los centros de atención médica de MSF en Gaza, se ha incrementado exponencialmente el número de pacientes con desnutrición. De los 293 casos que tenían en sus consultorios en mayo, a principios de julio ya llegaba a 983. Además, actualmente tienen un registro de más de 700 mujeres embarazadas y casi 500 niños con desnutrición grave y moderada.
Por último, las deficiencias organizativas están generando además otro problema colateral: la reventa de los alimentos.
“Como solo pueden llegar a los centros de distribución los hombres en buen estado físico. Muchas veces, una vez que se alejan de la zona, abren las bolsas y revenden los productos. En los comercios de Gaza hoy se pueden ver los alimentos de GHF a precios carísimos”, denunció el activista.
En resumen, para Zabalgogeazkoa “este sistema es una política deliberada de Israel para matar de hambre a la gente de Gaza”.
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