“El empresario está como Jesús en la barca durante la tormenta”

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“No abren una obra de caridad. Abren una empresa en un país concreto con una economía concreta”. Con esas palabras, el padre Adrián Santarelli -párroco de la iglesia Santo Tomás Moro, en Vicente López– puso en palabras una verdad incómoda: ser empresario en la Argentina es navegar en aguas agitadas, sin garantías de resguardo.

La reflexión tuvo lugar durante la apertura del encuentro anual de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), realizado hoy en el Regimiento de Infantería Patricios en la ciudad de Buenos Aires. Allí, el sacerdote compartió una mirada sobre el rol de quienes apuestan a emprender y generar empleo: “El empresario está como Jesús en la barca durante la tormenta. Le abren o le cierran la importación. Y mientras tanto, tiene que andar, sabiendo que Jesús parece dormido”.

El paralelismo entre la tarea del emprendedor y la escena bíblica del Evangelio no fue casual. Y en un año marcado por la reconfiguración de sectores enteros, la resiliencia empresarial se volvió protagonista. “Sabemos que hay empresas que tuvieron que cerrar, pero el empresario no murió. Servirá a Dios y emprenderá otra cosa. Este año que estamos transitando es de esperanza”, remarcó.

A la hora de describir al empresariado, Santarelli señaló: “Cuando uno piensa en un empresario, piensa en un emprendedor. El emprendedor es aquel que ve algo que todavía no está hecho y se anima. Esa mirada es un don que le da Dios”.

Santarelli: “El empresario está como Jesús en la barca durante la tormenta”Santiago Filipuzzi

También advirtió sobre los riesgos que acompañan el ejercicio de liderar una empresa. “El empresario puede empezar creyendo que todo es como él lo ve. Pero la vida te tira algo que le hace mirar distinto. Aparece la tentación del individualismo, la de pensar que todo esto es para sí”, indicó.

Y frente a los cuestionamientos que recaen sobre el mundo empresario, el sacerdote trazó un paralelo con la propia Iglesia: “Al Papa Francisco le tocó enfrentar los pecados de la Iglesia. Con el empresariado pasa algo parecido: hay que dar vuelta la mala imagen con ejemplos de honestidad. Nunca hay un bien absoluto de un lado y un mal absoluto del otro. Nunca está toda la verdad en una sola parte, ni todas las mentiras del otro lado. No compremos el discurso de que un partido tiene todas las soluciones y que del otro está todo el fracaso”.

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