JERUSALEN.- Desconfianza, dudas, escepticismo, confusión e incertidumbre total. Estos eran los sentimientos que reinaban este martes en Israel, donde la población volvió a despertarse con sirenas que alertaban de nuevas andanadas de misiles iraníes, en teoría, los últimos antes de un cese el fuego anunciado e impuesto durante la noche por el presidente estadounidense, Donald Trump, nuevo árbitro y amo y señor del polvorín de Medio Oriente que, tras una violación de la tregua de parte de los dos bandos, llamó a los dos máximos enemigos a calmarse y a dejar de tirar bombas.
En un mensaje contundente, Trump —quien el domingo pasado se sumó a la ofensiva israelí contra Irán y ordenó bombardear tres instalaciones nucleares fortificadas, que solo podían ser destruidas con superbombas estadounidenses— advirtió públicamente a Israel que se abstuviera de lanzar ataques de represalia, luego de que un misil balístico iraní impactara en el norte del país, en lo que Israel consideró una grave violación del acuerdo de alto el fuego. Desde Teherán, sin embargo, negaron haber incumplido el cese de hostilidades.
“Entiendo que Israel esté enojado por un misil que no impactó a nadie; necesitan calmarse ya”, escribió, furioso, Trump, aludiendo a dos misiles que fueron interceptados en el norte.
“ISRAEL. NO LANCES ESAS BOMBAS. SI LO HACEN, SERÁ UNA VIOLACIÓN GRAVE. ¡TRAIGAN A SUS PILOTOS A CASA, YA!”, escribió Trump en la red TruthSocial. El presidente aseguró que ambas partes habían violado el alto el fuego y acusó a Israel e Irán de haberse enfrentado durante tanto tiempo que “no saben qué demonios están haciendo”.
La televisión iraní, en tanto, acusaba a Israel de haber lanzado bombardeos a las 9 de la mañana locales.
En una jornada frenética, con la atención mundial puesta en el desarrollo de los acontecimientos, trascendió luego que Trump mantuvo una conversación telefónica con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, quien accedió a su pedido de contención.
La dura reprimenda de Trump dejó en claro las limitaciones estratégicas que ahora enfrenta Israel, que se encuentra bajo una creciente presión estadounidense para evitar una mayor escalada. La Casa Blanca, de hecho, está decidida a preservar el alto el fuego, un objetivo que Trump —quien aspira al premio Nobel de la Paz— considera un logro diplomático central. Como consecuencia, la libertad de acción militar de Israel se encuentra actualmente restringida.
Después de la llamada con Trump, la oficina de Netanyahu informó que Israel pospuso un ataque de mayor envergadura contra Irán.
Según el comunicado, Israel respondió al ataque con misiles iraníes del martes por la mañana con un bombardeo limitado contra un radar iraní. “Tras la conversación del presidente Trump con el primer ministro Netanyahu, Israel se abstuvo de realizar ataques adicionales”, señaló la oficina del mandatario.
“Trump les dijo claramente a las dos partes que se dejen de molestar. Irán está bravuconeando y Netanyahu tampoco se puede hacer el loco porque Trump le va a cortar el armamento, así que me parece que van a ser fundamentales las próximas 48 horas”, comentó a LA NACION una fuente que prefirió el anonimato.
El cese al fuego anunciado e impuesto por Trump después de un simbólico ataque anoche de Irán a una de las bases militares más importantes de Estados Unidos en Qatar -represalia del bombardeo de Washington a bases nucleares iraníes del domingo- debía haber entrado en vigor a las 7 de la mañana locales.
Antes de ese horario, en cinco andanadas que activaron cuatro alertas distintas en apenas dos horas y obligaron a la población a refugiarse, Irán lanzó 22 misiles contra Israel. Uno de ellos, un Ghader de 400 kilos, según las Fuerzas de Defensa de Israel, impactó en un edificio en la ciudad de Beersheba, en el sur, provocando una gran devastación y la muerte de cuatro personas. Con ello, el número de víctimas fatales en Israel tras la Operación León Ascendente ascendió a 28.
Pasadas las 7 volvieron a sonar las alarmas en el norte por otros dos misiles lanzados por Irán, lo que provocó una inmediata reacción de Israel, que amenazó con una contundente “represalia en el corazón de Teherán”, según advirtieron tanto el comandante en jefe de las fuerzas armadas israelíes como el ministro de Defensa, Israel Katz.
En un clima de inmensa incertidumbre por lo que vendrá, reinaba una mezcla de escepticismo y alivio. “No podían seguir adelante de esta forma ni Israel, paralizado desde hace 12 días, ni Irán, muy debilitado por los ataques, pero lo que será el futuro, es imposible saberlo”, comentó a LA NACION Paolo, italiano de Varese que vive desde hace 9 años y siete meses en esta ciudad, donde trabaja como manager de un hotel prácticamente vacío, como la mayoría por el estado de una guerra que se arrastra desde hace 627 días en Gaza, represalia del feroz asalto del 7 de octubre de 2023.
“Normalmente deberíamos tener una ocupación de entre el 80 y el 90%, aquí recibimos a muchísimos peregrinos, pero desde el 7-10 cambió todo y es un desastre”, lamentó.
“Veremos qué pasa ahora, la verdad, no creo que Israel e Irán puedan ahora de repente hacerse amigos y que vaya a cambiar Medio Oriente, como sueña Trump”, comentó. “Hasta hace cuatro meses no se disparaban misiles pero nunca hubo una gran relación, Irán siempre quiso destruir a Israel así que veremos… Y como dijo un analista, si todo va bien podremos ver realmente un cambio en Medio Oriente cuando lleguen al poder quienes ahora están en el jardín de infantes… No veo que haya estadistas o personas con visión de futuro entre los actuales líderes políticos”, subrayó.
Mientras el Comando del Frente Interno informaba a la población que no se modificaban las órdenes —lo que implicaba la continuación del estado de emergencia con restricciones de movimiento y de reunión, permitiendo solo que quienes trabajaran en sectores esenciales pudieran salir—, en Jerusalén se respiraba el mismo clima de desolación que había marcado los últimos 12 días. Casi todo permanecía cerrado, salvo algunas excepciones, y el tránsito en las calles era mínimo. La Ciudad Vieja, con sus callejuelas de piedra vacías y silenciosas, seguía pareciendo un lugar fantasmagórico.
En un clima de compás de espera por lo que vendrá, una buena señal fue que el aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv comenzó paulatinamente a reabrir sus operaciones, según informaron medios locales.
Con la frágil tregua, además, también volvía a abrirse la dramática cuestión de la guerra en Gaza y de la liberación de los rehenes, temas centrales que habían quedado en segundo lugar con la “guerra de los 12 días” con Irán, según la bautizó Trump. Familiares de los rehenes, en efecto, al conocer el alto el fuego reclamaron que, “al haber concluido la operación de 12 días en Irán, ahora ha llegado el momento de terminar las guerra de 627 días”, en Gaza.
En ese sentido, no pasó desapercibido el anuncio de que Hamas e Israel mantendrán negociaciones indirectas para un alto el fuego en los próximos dos días que realizó el primer ministro de Qatar, Al Thani, en una conferencia de prensa conjunta con el primer ministro libanés, Salam.
También llamó la atención que, cuando, como siempre, el presidente de Israel, Isaac Herzog, viajó hasta Beersheba para visitar el edificio impactado por un potentísimo misil iraní, en el que murieron cuatro personas, amén de llevar sus condolencias y destacar la importancia de esta arriesgada “guerra de los 12 días” contra Irán, también él aludió a la necesidad de detener la guerra en Gaza.
“Esta es una pérdida terrible que demuestra claramente a quién nos enfrentamos. Nos enfrentamos a un enemigo malvado que ha decidido simplemente destruir, herir y matar. Lo que hemos logrado con éxito en esta operación es eliminar la amenaza nuclear iraní que se cierne sobre Israel, la región y el mundo libre”, dijo Herzog.
“En este sentido, felicito a los líderes israelíes, al primer ministro Netanyahu, al gabinete y, por supuesto, al ejército israelí. Felicito y agradezco de todo corazón al presidente Donald Trump y, por supuesto, a la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Felicito a todos los que han participado en esta operación, una operación que claramente tiene un impacto directo en el bienestar y la seguridad del mundo, la región y el Estado de Israel”, siguió.
Y concluyó: “Es trágico que esto implique una pérdida tan grave, pero históricamente hablando, es un gran paso adelante. Espero que todo lo que hayamos hecho también impulse el proceso de inclusión, paz y un futuro mejor para todos en la región. Esto debe empezar por traer a nuestros rehenes de vuelta a casa lo antes posible. Y rezo y espero que se tomen todas las medidas necesarias para que nuestros hijos e hija regresen a casa desde Gaza”.
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