Empresarios usan el manual menos pensado para contener una explosión en los hospitales

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El clima está visiblemente tenso en los centros de salud. Alcanza con pasar por la vereda para notarlo. El gremio de Sanidad, que conduce Héctor Daer, empapeló muchas instituciones con carteles que apuntan contra los empresarios “miserables”, según los términos del mensaje.

La pelea es por dinero, ya que la discusión es por la paritaria del sector de la salud para este año. Hasta allí, nada demasiado novedoso. Sin embargo, en el camino hacia el corazón del problema empiezan a aparecer elementos sorprendentes. Con el condimento adicional de que mañana habrá un nuevo encuentro en la Secretaría de Trabajo, a cargo de Julio Cordero, en el que podría haber definiciones.

Héctor Daer, secretario general de la CGT y titular del gremio de Sanidad. Está dispuesta a convocar a un plenario para tomar medidas de fuerza.Hernán Zenteno

Los empresarios de la salud y el gremio discuten desde hace días cuál va a ser la recomposición salarial de 2025. Hace dos viernes, según algunos de los asistentes, estuvieron cerca de alcanzar un acuerdo, pero no se llegó a firmar.

En una reunión muy convocante, los trabajadores estuvieron representados por Daer, que también integra el triunvirato que conduce la CGT. Del otro lado estaba la FAPS, que maneja José Sánchez, entre otras organizaciones de representación empresaria como Adecra, Cedim, Confeclisa, los hospitales de comunidad (el Italiano, el Alemán, el Sirio Libanés), Cepsal, Cadime y los geriátricos.

Los empresarios temen que Daer, con quien mantienen una relación razonable en la mayor parte del tiempo desde hace décadas, esté especialmente envalentonado. En un acto de renuncia infrecuente para el sindicalismo, ya anunció que dejará este año la conducción de su gremio y también dará un paso al costado en la CGT.

La sospecha de los empresarios es que el líder sindical pueda tensar la cuerda más allá de lo habitual para retirarse con gloria de cara a sus representados.

El gremio pide una recomposición aproximada de un 3,5% para cada uno de los meses que van de mayo a julio. Pero choca contra una pared: el gobierno de Javier Milei puso la regla no escrita de no homologar paritarias por encima del 1%.

El problema para los empresarios es mayúsculo. Lo primero que harán tras conceder un aumento en los salarios es darse vuelta para tratar de financiarlo mediante un incremento en la cuota que les cobran a los afiliados, en el caso de las prepagas, o a través de un aumento en los servicios que prestan. Este último es el caso de los sanatorios, por ejemplo.

Tras la liberación de precios que puso en marcha Javier Milei, las prepagas se lanzaron a recuperar la inflación reprimida durante la gestión de Alberto Fernández y de Cristina Kirchner. Los aumentos fueron considerados excesivos por la Casa Rosada, y el sector privado enfrentó denuncias por supuesta cartelización. Ahora, las empresas de la salud no quieren dar un paso que vaya en la dirección contraria de lo que sugiere el Gobierno.

Manifestación de los trabajadores del Sanatorio Los Arcos frente a la clínica. Crédito: @DataConurbano

Los enviados del ministro de Salud, Mario Lugones, se esmeraron en pasar ese mensaje este año. El miércoles 5 de marzo hubo un encuentro revelador en Salud. Las principales empresas del sector se reunieron con la viceministra Cecilia Loccisano y Claudio Stivelman, gerente general de la Superintendencia del área.

Bajo la bandera de la libertad, los funcionarios les mostraron a los empresarios que quizá no estaban contemplando todo lo bueno que hacía por ellos el gobierno de Javier Milei al momento de calcular los aumentos para los afiliados. Los empresarios entendieron y empezaron a aplicar ajustes por debajo de la inflación o en el límite.

En el sector privado, además, no todos tienen la misma situación. Algunos sectores más “pudientes” están dispuestos a firmar por encima de la pauta oficial para evitar problemas en las clínicas. Les molestan más los carteles de Daer y ver sus problemas ventilados en los medios de comunicación que pagar un punto porcentual por encima de lo que espera el equipo económico. Es decir, hay empresarios que quieren ser relativamente generosos con los aumentos.

Otros, en cambio, están más complicados y apenas llegan a cubrir los salarios actuales. Se cuentan entre ellos algunos de los denominados hospitales de colectividades e incluso ciertos centros privados saben que tienen que dar un aumento, pero manejan cifras más bajas.

La versión del gremio es distinta. Daer venía conversando con los empresarios e incluso llegó a intercambiar números con Claudio Belocopitt (Swiss Medical), quien se corrió de la representación pública del sector tras el encontronazo del año pasado con el Gobierno.

El jefe gremial considera que sus representados perdieron 24,85% de poder de compra en 2024. Por eso, no está dispuesto a convalidar nada por debajo del 10,5% de recomposición a julio de este año.

El jefe de la CGT, además, niega que el Gobierno esté en el medio. En la última reunión en trabajo, sostiene, la directora de Relaciones Laborales, Mara Montoro, dijo que el Gobierno estaba dispuesto a homologar una recomposición en esos niveles.

Daer ya tiene definida su agenda para mañana. Si la reunión en Trabajo sale mal, convocará a un plenario que derive en medidas de fuerza que “van a paralizar todo”.

Del temor a una escalada mayor en los establecimientos médicos, las diferencias internas entre los prestadores y el nulo interés de las prepagas en entrar en conflictos con el ministro de Economía, Luis Caputo, surgió una propuesta que el sector privado llevará a la mesa mañana. Se trata de aplicar aumentos salariales que ronde el 1% mensual, como quiere el Gobierno, pero acompañados por bonos variables de $25.000, $50.000 y $75.000.

La idea surgió de la inspiración de Camioneros, el sindicato de Hugo Moyano. Acordó un aumento salarial de 3% en tres cuotas por el trimestre junio-agosto y una suma fija no remunerativa de $45.000. El convenio fue homologado por Trabajo.

La funcionalidad de los bonos es amplia. De cara al requerimiento del Gobierno, permite rellenar un poco más el bolsillo de los empleados sin pasar el límite del 1% con el que se maneja Economía. Y cada sanatorio o subsector de la Salud podría “personalizar” el monto que paga de acuerdo con su situación económica.

Una muestra de la tensión que vive el sector se vio días atrás. Julio Fraomeni, dueño de Galeno, empezó sacar en persona las pancartas que se improvisaron en la puerta de La Trinidad, en Palermo, y rompían la prolija línea de uno de sus sanatorios estrella.

Solo falta saber si el gremio aceptará la propuesta. Es lo que buscan los empresarios, ansiosos por enviar al personal de limpieza a despejar las fachadas de sus clínicas los carteles que los llenan de adjetivos negativos.