En un escenario internacional signado por una creciente fragmentación del comercio global, tensiones geopolíticas persistentes y la proliferación de acuerdos comerciales preferenciales, la Argentina se encuentra ante una disyuntiva estratégica en su política comercial. La necesidad de redefinir su inserción internacional se torna imperiosa, en un contexto en el que las cadenas globales de valor se reconfiguran y se intensifica la competencia por atraer inversiones productivas. En este marco, el gobierno nacional ha adoptado una agenda aperturista, orientada a diversificar mercados, posicionar a la Argentina como proveedor confiable de alimentos, energía, minería y servicios, y explorar nuevas oportunidades de integración con socios clave.
Entre esas opciones, ha recobrado impulso la posibilidad de avanzar en un acuerdo comercial con Estados Unidos, una de las principales economías del mundo y origen del mayor volumen de inversión extranjera directa en el país. No obstante, esta iniciativa enfrenta un obstáculo estructural: la pertenencia de Argentina al Mercosur. Concebido como una unión aduanera, el bloque estableció un Arancel Externo Común (AEC) y exige la negociación conjunta de acuerdos comerciales con terceros países, conforme lo establecen el Tratado de Asunción, el Protocolo de Ouro Preto y la Decisión 32/00 del Consejo del Mercosur, que consagran el principio de “negociación conjunta” como norma fundante del bloque. En ausencia de consenso para flexibilizar estas disposiciones, cualquier intento unilateral de suscribir un tratado con Estados Unidos podría entrar en conflicto con las normas vigentes.
A ello se suma una realidad interna del bloque que complejiza aún más el panorama. A más de tres décadas de su creación, el Mercosur ha quedado rezagado frente a otras experiencias de integración, con limitados avances hacia el mercado común originalmente propuesto. La actual unión aduanera es, en los hechos, imperfecta: coexiste con numerosas excepciones arancelarias, regímenes especiales y escasa coordinación macroeconómica entre sus miembros. Las divergencias de enfoque entre los socios —como la presión de Uruguay por negociar acuerdos bilaterales o la nueva postura más liberal del gobierno argentino— reflejan tensiones latentes sobre el rumbo futuro del bloque. En este contexto, se vuelve urgente explorar mecanismos que permitan una mayor flexibilidad, sin desarticular la arquitectura institucional del Mercosur.
Frente a este complejo entramado normativo y geopolítico, analizamos las alternativas disponibles para destrabar la posibilidad de un eventual Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Argentina y Estados Unidos, o bien otras opciones alternativas, contemplando los límites que impone el marco jurídico del bloque. Las opciones analizadas se ordenan desde mecanismos de adaptación institucional interna hasta escenarios más disruptivos:
●Esquemas de “múltiples velocidades”: permitirían que uno o más países del Mercosur avancen en acuerdos comerciales a distinto ritmo, sin obligar al conjunto a participar simultáneamente. La Argentina podría iniciar una negociación con EE.UU., dejando abierta la opción para que los demás socios se sumen en una etapa posterior.
●Flexibilización del AEC: profundizando el esquema de excepciones arancelarias que ya se encuentra en implementación, se permitiría mayor margen de alternativas para ofrecer a EE.UU. condiciones diferenciadas en sectores estratégicos a negociar, sin desmontar formalmente la unión aduanera.
●Transformación de Mercosur en una zona de libre comercio: este modelo implicaría abandonar el AEC y habilitar la autonomía plena de los Estados parte para negociar con terceros, redefiniendo el carácter del bloque en favor de un esquema más abierto.
●Denuncia del Tratado de Asunción: escenario extremo que implicaría el retiro formal de Argentina del Mercosur, recuperando su soberanía comercial plena, aunque con un elevado costo político, económico e institucional.
Desde la perspectiva estadounidense, si bien no existen señales inmediatas de interés en nuevos TLCs bilaterales, las políticas implementadas recientemente por la administración de Donald Trump —como el arancel global del 10% sobre las importaciones— introdujeron una dinámica más proteccionista que, paradójicamente, podría abrir oportunidades para socios comerciales con condiciones específicas como la Argentina. Además, Estados Unidos continúa siendo un socio estratégico de la Argentina: es el principal origen de inversión extranjera directa en el país y representa el 26% de las exportaciones de servicios.
Aunque el comercio bilateral sigue siendo modesto en términos absolutos desde la perspectiva de EE.UU.—la Argentina representa menos del 1% del comercio exterior estadounidense—, existen sectores con alto potencial de desarrollo, como la agroindustria, la energía, la minería y los servicios basados en el conocimiento. Estas áreas ofrecen oportunidades concretas de crecimiento, inversión y generación de empleo. En este sentido, el informe propone avanzar en una agenda progresiva de vinculación, que incluya desde instrumentos básicos de cooperación —como memorándums de entendimiento y acuerdos de promoción y protección de inversiones— hasta, eventualmente, la negociación de un acuerdo comercial parcial o bien de un TLC, siempre que las condiciones jurídicas y políticas lo permitan.
El principal desafío, sin embargo, radica en encontrar un equilibrio entre dos objetivos en tensión: por un lado, el respeto a las normas del Mercosur, que exigen la negociación conjunta; por el otro, la necesidad de adaptar la estrategia comercial argentina a una economía global que demanda agilidad, flexibilidad y mayor capacidad de respuesta. Tal como se advierte el informe, avanzar hacia un entendimiento con Estados Unidos requerirá no solo audacia diplomática, sino también una redefinición del marco institucional del Mercosur. Se trata, en última instancia, de construir un nuevo consenso regional, que permita una inserción internacional moderna y estratégica, sin desnaturalizar los principios y objetivos fundacionales que dieron origen al bloque que, hasta el presente no se han logrado plenamente.
Los autores integran el Grupo de Países Productores del Sur (GPS)