Advierten sobre un fenómeno que le puede meter presión a la carne vacuna

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La Argentina podría enfrentar una suba de precios en la carne vacuna si no se recupera el stock mientras vuelve a crecer el consumo de este alimento por una mejora en el poder adquisitivo. En los últimos dos años, en medio del impacto de una prolongada sequía, que provocó mortandad y ventas forzadas, el rodeo bovino se achicó en casi 2,6 millones de animales, a 51.626.909 millones de cabezas. La preocupación por la situación del stock bovino se abordó en una conferencia de prensa realizada hoy por la Mesa de las Carnes, integrada por actores de los sectores bovino, porcino y aviar. Dijeron que hoy no hay suficiente hacienda para responder a una mayor demanda y que eso puede generar “más presión” sobre los precios. También señalaron que la industria trabaja con “alta ociosidad” por la falta de animales terminados, a pesar de la buena demanda externa.

“Vamos a tener el problema de que, si se efectiviza a lo largo de este año la recomposición salarial, tendremos una mayor demanda de consumo que, no nos olvidemos, representa el 70% de lo que se consume, y no vamos a tener animales para dar respuesta a eso, con lo cual eso también va a disparar el precio”, advirtió Sebastián Bendayán, gerente de la Cámara de Frigoríficos de Santa Fe (Cafrisa).

Para recordar, en todo 2024 el consumo de carne vacuna por habitante se ubicó en 47,7 kilos/año, un 9% inferior a 2023. Fue el segundo registro más bajo desde 1914, cuando se iniciaron las mediciones. En tanto, mayo pasado, el consumo por habitante alcanzó un promedio anual de 49,5 kilos, lo que representó un aumento del 0,5% respecto del mismo mes de 2024, es decir, unos 200 gramos más por persona.

La preocupación por la falta de hacienda fue una de las más repetidas en el encuentro. Ernesto Lowenstein, empresario frigorífico y dirigente de la Unión de la Industria Cárnica Argentina (Unica), señaló que la Argentina arrastra el mismo stock de ganado que hace 45 años: “En 1978, cuando fue el Mundial, había 25 millones de habitantes y 50 millones de cabezas de ganado. Hoy somos 46 millones, más o menos, y seguimos con las mismas 50 millones de cabezas”.

Miguel Jairala, representante del Consorcio de Exportadores ABC, alertó que la falta de hacienda disponible para faena afecta de lleno al sector exportador. Según explicó, se trata de una consecuencia directa de los efectos climáticos sobre la producción primaria, que llevaron a que “estemos frente al stock bovino más bajo desde 2012, según la contabilización del Senasa a principios de este año 2025”. Esto se refleja en las plantas frigoríficas, muchas de las cuales trabajan con capacidad ociosa y márgenes de rentabilidad muy ajustados.

En los últimos dos años, en un marco de sequía, que provocó mortandad y ventas forzadas, se achicó en casi 2,6 millones de el stockGustavo Garello – AP

Bendayán, en tanto, vinculó la crisis de oferta con la falta de incentivos para los productores. “Hay que dar incentivos concretos y reales al productor. No nos olvidemos que llevar un animal a la feria [para su venta] lleva dos años o dos años y medio. Después de todo ese esfuerzo y sacrificio que hace el productor, en otras oportunidades tuvo mercados cerrados o no era rentable”, lamentó. Según dijo, “no se le ha dado al productor un marco de previsibilidad ni reglas claras para que aumente su producción y sus animales tengan más kilos”.

Dardo Chiesa, coordinador de la Mesa Nacional de las Carnes, apuntó a la falta de confianza que ha tenido el productor como una de las causas de la baja inversión ganadera: “El productor ganadero viene muy golpeado, muy machucado y lo han tenido en penitencia durante muchos años”. Según Chiesa, el ganadero “necesita creer para iniciar un proceso a largo plazo. Necesita creer para llevar los procesos más eficientes”.

“Toda la industria cárnica está en un proceso complicado, esperando desregulaciones y medidas importantes, sobre todo el tema de Ganancias por tenencia -para aliviar el peso impositivo- y el de IVA inversiones, que afectan mucho”, dijo.

Para el sector, si no se revierte esta situación, el país no estará en condiciones de abastecer una demanda creciente ni de aprovechar las oportunidades internacionales. “En los próximos cinco o diez años va a haber falta de carne y creo que la Argentina tiene una oportunidad”, afirmó Lowenstein.

Mientras tanto, además de la situación local por la menor oferta, hay preocupación por una pérdida de competitividad externa frente a Brasil, que hoy compite con mejores valores. Jairala lo dijo así: “Nosotros tenemos una dificultad de competitividad que nos hizo retroceder fuertemente en nuestras exportaciones a China, mercado que representa el 60 o 65% de los envíos argentinos”. Detalló que los frigoríficos argentinos pagan por los animales entre un 25 y un 30% más que sus competidores brasileños, lo que reduce aún más la rentabilidad.

Respecto del Senasa, en la conferencia expresaron que le falta personal, recursos y que tiene cada vez más tareas que no puede cubrir bien. “Senasa está en una situación crítica en donde le falta personal. Esa es la realidad”, explicó Bendayán. Contó que en Santa Fe firmaron un acuerdo con el organismo sanitario para unificar los controles, pero que, como no hay suficientes inspectores, muchas inspecciones se hacen con organismos provinciales. También advirtieron que esta situación está afectando tanto los controles para el consumo interno como la capacidad de certificar exportaciones.

Lowenstein dijo que el mayor problema es la falta de financiamiento. Explicó que el Senasa cobra por los servicios que presta, pero esa plata va a las cuentas generales del Estado en vez de volver al propio organismo. “Si la recaudación fuera para el Senasa y se la aplicara como correspondería, tendríamos un Senasa más fuerte”, afirmó. Según su visión, el Senasa hoy no está cumpliendo el rol que debería tener en una industria con potencial exportador. “Lamentablemente, el Senasa no está a la altura de las necesidades actuales”, resumió.

“Lamentablemente, el Senasa no está a la altura de las necesidades actuales”, dijo Ernesto Lowenstein, empresario frigorífico y dirigente de la Unión de la Industria Cárnica Argentina (Unica)

Otro tema que preocupa, indicaron, es que no hay un único estándar sanitario. Chiesa dijo que los frigoríficos de tránsito federal tienen controles muy exigentes, pero que muchos de tránsito provincial o municipal trabajan con reglas mucho más laxas. Esto genera una “competencia desleal”.

“No puede ser que tengamos certificaciones distintas para exportación y para consumo interno”, señaló Chiesa. Por su parte, Bendayán remarcó que los consumidores del exterior saben todo sobre la carne que compran —de dónde viene el animal, cómo se crio, qué tipo de corte es—, pero que eso no pasa en el mercado interno. Esa diferencia genera desigualdades dentro del país y afecta a quienes cumplen con todas las reglas.

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