En medio del impulso general del Gobierno a las importaciones, la Argentina ingresó del exterior, en los primeros cuatro meses del año, 4717 toneladas por US$18,7 millones. Se trata de una información relevada por la industria frigorífica, a la que accedió LA NACION, y refleja que ese volumen llegó de Brasil, Paraguay y Uruguay. El año pasado no se reportaron importaciones. De acuerdo con expertos consultados por LA NACION, la compra realizada es ínfima y no impacta sobre la producción nacional. Para comparar, todo el consumo de carne vacuna fue de 761.800 toneladas res con hueso entre enero y abril pasado.
En la actividad dijeron, más allá del bajo tonelaje, que la operación se hizo para intentar bajar los precios de la carne. El frigorífico Swift, del grupo brasileño Minerva Foods, fue uno de los importadores, con 1200 toneladas mensuales, desde febrero, de carne enfriada y congelada. Importó para hamburguesas -tiene marcas propias- y supermercados. Para hamburguesa trajo el producto a US$700 la tonelada más barata que la producción argentina y la nalga para milanesa entró con un costo inferior de US$1000 la tonelada. En tanto, desde el Senasa confirmaron que hasta la fecha ingresaron 5308 toneladas desde el exterior.
Brasil, según el reporte, lideró ampliamente las ventas a la Argentina con 3455 toneladas de carne enfriada y congelada por US$13,9 millones. Representó el 73,25% del total adquirido. Mientras tanto, Paraguay aportó carne congelada por 790 toneladas por US$3,126 millones. De Uruguay llegaron 473 toneladas de carne congelada por US$1,659 millones. La Argentina es exportadora de esta proteína por excelencia; el año pasado colocó en el mundo carne vacuna por US$2972,2 millones, un 8,6% más en valor versus 2023.
En la industria frigorífica señalaron a este medio que siempre se trajo carne, pero para productos elaborados como hamburguesas. Sin embargo, este año se inclinó incluso a cortes. En el sector hay quejas porque, mientras por ahora sigue frenada la posibilidad de que se envíe carne con hueso a la Patagonia, que es libre de aftosa sin vacunación, desde las regiones al norte de la región, Brasil, que viene de ser reconocido junto a Bolivia como libre de aftosa sin vacunación por la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) puede colocar su mercadería.
Como informó LA NACION, el Gobierno, no obstante, prorrogará por 60 días la medida que frenó, luego del rechazo de gobernadores patagónicos y entidades rurales, esa decisión de permitir la llegada de la carne con hueso a la Patagonia desde zonas al norte de la región que vacunan contra la enfermedad.
Según aclararon las fuentes consultadas en la industria, los importadores de la carne vacuna no son solo frigoríficos, sino que son operadores sin planta que van a comprar en Brasil y ponen su foco en la Patagonia.
En ese contexto, Miguel Schiariti, presidente de la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes (Ciccra), señaló: “Se está importando carne, pero 4700 toneladas es absolutamente despreciable. No tiene ninguna trascendencia económica. Es un detalle nada más que hacen unos pocos frigoríficos brasileños que trabajan en la Argentina”.
Resaltó que esta operatoria se hace de la misma manera que se importa asado también desde Uruguay, pero mencionó que las cantidades son bajas respecto de lo que produce la Argentina y frente a lo que exporta la Argentina al mundo.
“Las 4000 toneladas de carne, que básicamente es asado, seguramente tendrán destino debajo de la barrera, dado que Brasil hoy es libre de aftosa sin vacunación. No tiene ninguna significación económica, ni va a molestar, interferir o disminuir ni los precios, ni la calidad, ni la cantidad de carne que produce la Argentina”, aclaró.
Mientras tanto, Belisario Castillo, consignatario de hacienda y exdirector nacional de Producción Animal de la Secretaría de Agricultura, señaló que se trata de una buena medida, sobre todo si lo que se busca es bajar los precios de estas proteínas. “Me parece bien que se importe asado en la medida que pueda ayudar a estabilizar los precios del mercado interno, es un cambio de cultura que debemos gestionar desde la cadena de carne vacuna como lo han hecho aves y cerdos”, resaltó.
Agregó que esta decisión pone en relieve la necesidad de devolver competitividad a la cadena cárnica, tal como la tienen en Brasil y Uruguay. “Esto no significa ajustar tipo de cambio, sino de eliminar las retenciones residuales a la exportación y reducir otra cantidad de tasas y contribuciones que gravan el proceso productivo, especialmente desfavorables en los aspectos laborales y de logística y transporte”, observó.
Por otra parte, indicó que se tiene que pasar de la defensiva a la ofensiva con herramientas competitivas que fortalezcan el sector como cadena internamente y frente a los competidores internacionales.