Los kioscos quedaron en la mira del Gobierno por un negocio millonario

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Lo que parecía una anécdota de barrio, funciona como la cara visible de una de las estrategias del fisco para detectar presuntos evasores en el millonario mundo del tabaco. Eso es lo que se esconde detrás de la “notificación sistémica”, tal cual describieron autoridades, que ARCA les envió a todos los kioscos del país para que le informen a qué precio venden cada marca de cigarrillos que comercializan.

El artículo 15 de la Ley de Impuestos Internos establece que “los cigarrillos, tanto de producción nacional como importados, tributarán sobre el precio de venta al consumidor” un gravamen del 73%. Ese precio es calculado por las tabacaleras, quienes deben informar dicho costo al fisco. Esto significa que cuanto más alto sea el valor de comercialización minorista, más dinero deberían pagar las empresas por este tributo. Y cuanto más bajo, a la inversa.

“Los intermediarios entre dichos sujetos pasivos y los consumidores finales no podrán incrementar ese precio, debiendo exhibir en lugar visible las listas de precios vigentes”, menciona la Ley de Impuestos Internos.

El fisco dice tener motivos para plantearse las hipótesis de ventas a un precio mayor que el informado por las tabacaleras o la de “subdeclaración” del precio de los cigarrillos por parte de las empresas más chicas que podrían buscar pagar menos impuestos.

La Secretaría de Industria y Comercio relevó precios al 11 de marzo pasado. Una comparación de esos valores con los que los fabricantes reportan a ARCA actualizados este año arroja que, en promedio, hay una diferencia del 114,5% entre la información que le llega al fisco y lo que pagan los consumidores de 19 productos presentes en ambos listados.

El relevamiento de la exAFIP incluye más ítems, pero muchos tienen datos desactualizados, correspondientes desde 2019 hasta 2024.

Las tabacaleras informan a ARCA el precio de referencia de sus productos.Getty Images

En este caso, los kioscos pueden ser héroes o villanos para el fisco. Podrían ser infractores si vendieran por encima de los precios que las tabacaleras reportan a ARCA. Todo lo que cobren por encima de lo permitido, no pagaría impuestos. Se puede decir que sería todo ganancia, si la venta no fuese registrada.

Por el contrario, si demostraran que las tabacaleras reportan un valor de referencia menor, entonces el fisco analizará presuntos casos de evasión fiscal por “subdeclaración” del precio. En el mercado está la sospecha de que esa podría ser una práctica común entre empresas de menor tamaño, a diferencia de los grandes jugadores.

Esa distinción resulta necesaria para reflejar cómo se compone el mercado tabacalero en la Argentina. Según estadísticas del Ministerio de Economía, el 65,4% de las ventas de cigarrillos las absorbieron “empresas grandes” y el 34,5% restante, “empresas pymes”. Los jugadores más relevantes son Massalin Particulares y British American Tobacco (BAT).

Entonces, el costo de los cigarrillos para los consumidores finales se convirtió en la pregunta del millón, en el más literal de los sentidos. Según fuentes de la industria tabacalera, en la Argentina se venden 38.000 millones de unidades por año. Esto significó una recaudación de $1,4 billones en 2024, tal cual informó ARCA.

¿Cuál es el precio de los cigarrillos? En un radio de 10 cuadras conviven dos estaciones de servicio de distintas empresas y dos kioscos de diferentes propietarios. En las primeras, el mismo paquete rojo y blanco de 20 unidades está $4200 -idéntico precio-, mientras que en los otros negocios se vende a $4850 y $5000. Es decir, hasta un 19% más caro.

El listado de precios de ARCA, que contiene los valores de estampilla reportados por las tabacaleras, refleja que su fabricante reportó que ese paquete de 20 unidades debería venderse a $4200.

Cobran lo que se les antoja”, se quejaron desde una petrolera. Incluso, ampliaron: “Si un kiosco vende a $6200 lo que debería vender a $5200, se lleva $1000 sobre los que el Estado no recauda nada”.

En los kioscos responden que si no hicieran eso, no podrían subsistir, ya que su negocio, tal cual indicaron, depende de la venta de cigarrillos.

Además, esgrimieron que pueden comercializarlos hasta un 20% más caros que el precio reportado por las tabacaleras a ARCA. A propósito de eso, la Ley de Impuestos Internos incluye una “zona gris”.

Dicha normativa contempla que cuando las tabacaleras colocan un precio de estampilla que no corresponde al valor de mercado, ARCA pondrá su propio precio, y en base a eso se deberá pagar el impuesto interno al tabaco. Sin embargo, el fisco entiende que puede haber algunas variaciones.

“Se considerará que no constituye una base idónea todo precio informado por los sujetos pasivos (las tabacaleras), que resulte inferior, como mínimo, en un veinte por ciento (20%) al precio que surja del relevamiento mencionado en el párrafo anterior”, incluye la ley.

En otras palabras, ARCA comprende que una variación menor al 20% entre el precio reportado por las tabacaleras y el de comercialización de los kioscos no amerita su intervención como fisco para establecer un valor según sus propios criterios.

¿Cómo funciona el método de los precios reportados? Los fabricantes de cigarrillos obtienen estampillas producidas por la empresa estatal Casa de Moneda que luego colocan en sus productos. Allí cargan el nombre del ítem, su marca y número de serie.

La app “Verificar” permite escanear el código QR en dichas estampillas y remite al consumidor final a la identificación de lo que compró, para que luego pueda observar si lo adquirió al valor informado por la tabacalera. En algunos casos coincide, pero en otros no. Entonces, ahí aparece el problema: ¿el kiosco lo vende demasiado caro o existe una “subdeclaración” que da lugar a un pago menor de impuestos?

Tabacalera Sarandí, que fue conducida por Pablo Otero, conocido como “el Señor Tabaco”, en un comentario realizado a LA NACION dirigió sus críticas a los vendedores minoristas.

Existe una deformación de precios en puntos de venta por muchas razones”, comienza la explicación de la compañía. Esgrimió que es muy difícil tener control sobre ellos y apuntó en contra de la política de precios de referencia, ya que consideró que es una práctica que favorece a las multinacionales en desmedro de los productores locales.

La respuesta de la empresa también incluyó una crítica a “legisladores que apoyan estas medidas” y a “medios de comunicación” que “escriben notas” sobre esta temática presuntamente promovidas por las grandes tabacaleras.

En el caso de Tabacalera Sarandí, el valor de referencia que reportaron a ARCA actualizado al 5 de abril del Red Point Filter, Red Point Blue, Red Point Green y Master Filter se encuentra entre 68% y 92,3% por debajo de lo que relevó la Secretaría de Industria y Comercio en marzo.

Otra tabacalera dijo a LA NACION que puede pasar que “un kiosquero meta sobreprecio”. Sin embargo, aseguró que la compañía elabora sus precios de referencia que envía a ARCA con un cálculo de margen de ganancia para todos los eslabones de la cadena, y que eso pueden demostrarlo ante el fisco.

Un documento interno de una de las compañías que forman parte del mercado tabacalero releva que los productos de otros grandes jugadores del sector también se venden a consumidores finales con un adicional de los kioscos. En el caso de los de Massalin y BAT, varían entre 11% y 17% en promedio al considerar el valor que le remiten a ARCA.

Más allá de estos números, el fisco encaró un nuevo relevamiento de precios. Envió una notificación a todos los kioscos y lo que continúe en esta historia dependerá de los funcionarios de ARCA.