“Esperemos que no haya un cambio brusco y que aquel que suceda a Francisco tome su legado, más allá de su propia impronta”. Quien expresa el anhelo es el arzobispo de Córdoba, Ángel Rossi, de 66 años, creado cardenal hace dos años por Jorge Bergoglio, jesuita como él, y que se contó entre sus alumnos en el seminario de la Compañía de Jesús.
Rossi es uno de los cuatro cardenales argentinos menores de 80 años que participarán del cónclave. Los otros son el prefecto de la congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano, Víctor Fernández, de 62 años; el arzobispo de Santiago del Estero, Vicente Bokalic, de 72, y el ex arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, de 77.
En un alto de los plenarios de cardenales -las llamadas “congregaciones generales- previos al inicio, el miércoles de la semana que viene, del cónclave, Rossi habló con Clarín.
-¿Qué significa para usted venir a despedir a Francisco y participar de la elección de su sucesor?
-Esto tiene una doble dimensión. Por un lado, fue despedir al padre espiritual y al amigo. Porque él, como jesuita, me recibió en el seminario siendo rector. En aquel tiempo, además, trabajamos juntos en el barrio de la zona. Hemos estado ocho años bajo el mismo techo. La otra dimensión es esta responsabilidad novedosa y misteriosa que es ser cardenal, lo que implica ayudar al Papa en el servicio de la Iglesia Universal y ser parte del desafío de la elección del nuevo Papa.
El cardenal argentino Ángel Rossi en la entrada de Curia Generalicia los Jesuitas.
Foto: Víctor Sokolowicz
-¿Cuál es el legado del papado de Francisco?
-Deja una marca, una huella de humanidad, de cercanía, de una misericordia desmesurada diría. Digamos que ejerció, no una caridad de discurso, sino de manos. Lo seguí durante tantos años y la verdad es que no salía de la sorpresa por sus gestos de caridad inmensos con una compasión ante la fragilidad humana muy fuerte.
-En la Argentina se escucharon muchas críticas a Francisco por cuestiones políticas ¿Qué piensa?
-Que lo desperdiciamos. En vez de ver su corazón le revisamos su sonrisa. Uno sale de la Argentina y descubre que era un ídolo total y líder mundial. No solo en la Iglesia, sino entre los políticos, los ecologistas. Creo que nunca hubo tantos presidentes y reyes en una exequia. Eso no se improvisa. De todas maneras, quiero ser optimista, aunque no ingenuo: me parece que muchos que fueron críticos se están dando cuenta que tuvieron una fuente de agua al lado y no la bebieron. La grieta complicó, sí, pero ahora habrá que ir descubriéndolo.
-¿Su sucesor continuará su línea o en medio de los vientos conservadores que surcan Occidente la Iglesia no escapará y habrá un cambio brusco?
-Esperemos que no. Tampoco uno pretende que sea igual a él. No hay dos personas iguales, ni sería bueno que sea estrictamente igual. Pero sí que se anime a seguir su huella, más allá de que tenga su propia originalidad. Ojalá quien venga siga en esa línea de una Iglesia no principesca, servidora, cercana, que no mira de arriba, sino que camina con la gente, que escucha. En fin, que viva cosas que tendrían que ser obvias, pero que a veces no son tan obvias en el gremio nuestro.
-Francisco avanzó en cuestiones que generaron mucha polémica interna como la posibilidad de que los católicos divorciados en nueva unión puedan comulgar o que las parejas de gay reciban una bendición ¿Puede haber una reacción conservadora?
-Esperemos que no sea así. Creo que incluso se dan las condiciones para que no pendulemos. O sea, insisto, que haya alguien que se le parezca, dándole su propia impronta para bien de la Iglesia.
El cardenal Ángel Sixto Rossi asiste a una misa de duelo por el Papa Francisco en el tercer día de Novendiali (nueve días de luto después del funeral del Papa) en la Basílica de San Pedro. Foto Reuters
-La Iglesia siempre procura que los cónclaves sean lo más breve posible para no dar una imagen de falta de unidad al no lograrse un acuerdo en torno al candidato a elegir. Las últimas elecciones duraron entre dos y cuatro días ¿Será corto o largo este cónclave?
-No lo sé. Primero porque es la primera vez que participo de uno. Creo que posiblemente no será ni tan breve de un día, ni tampoco tan largo de diez.Pero, repito, no lo sé sinceramente. Será cuestión de irnos conociendo los cardenales y tanteando quién puede ser aquel que encarne el perfil del papa que sea lo que la Iglesia y el mundo necesita.
-Precisamente, ¿Cómo son los conciliábulos? ¿Cómo son esos intercambios?
-Son distintos momentos. Todos estos días están llenos de encuentros con las congregaciones generales donde se tocan una serie de temas sobre la Iglesia y nos vamos conociendo. Todo con discreción. Pero Roma es también la calle, escuchar a la gente. El mundo romano es interesante, no sé si para quedarse a vivir, pero seguramente sí para pasear.
-¿Y qué desafíos deberá afrontar la Iglesia y el próximo Papa?
-Pienso que deberemos tener una gran cercanía a la gente, ser enérgicos mensajeros de la paz, de la unidad. Creo que una de las tristezas que el Papa se llevó a la tumba fue la guerra. Porque no logró ver al mundo en paz. Francisco fue uno de los que más gritó pidiendo que se dejen de andar matando debido a gente ávida de ganar plata, porque la guerra, lo decía él bien clarito, no es por ideológicas, ni por cuestiones geopolíticas, sino que detrás hay guita, dicho en criollo.
-Finalmente, ¿ya eligió a quién va a votar?