Gago regaló el prestigio de Boca en el clásico y Riquelme prefirió cortarle la cabeza sin darle la chance de ponerse una corona

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Los días de Fernando Gago como entrenador de Boca se terminaron. Quedó sentenciado el 25 de febrero en la Bombonera, cuando el arquero boliviano Guillermo Viscarra, de Alianza Lima, le tapó con las piernas el quinto y definitivo penal a Alan Velasco. Y fue ejecutado este martes desabrido, a menos de 48 horas de haber perdido el Superclásico en el Monumental. Gago cometió todos los errores que pudo en el partido más importante y el Mundo Boca es implacable.

“No ha sido fácil porque es un hombre de la casa”, anunció Mauricio Serna, del Consejo de Fútbol. Gago llegó a Boca cuando era un niño, pero el último domingo dirigió al equipo como si no conociera su historia y ya no le quedaba espacio en el pie para que le entrara otra bala. El despido es una consecuencia lógica para un técnico que nunca pudo llegarle al hincha y que desilusionó a Juan Román Riquelme, el presidente-ídolo del club.

Gago confundió coraje con terquedad en el Monumental. Quiso demostrar que tenía razón y dejó de lado el trabajo de los últimos dos meses, los que le permitieron acumular 9 triunfos en 10 partidos y ser el líder de la Zona A y de la tabla anual. Es que ni siquiera fue para refrendar su idea, sino que “cambió” para llevarle la contra a la lógica. Porque si la intención inicial era jugar con extremos, pero lo que funcionó era el esquema con volantes mixtos y dos delanteros de área tendrá que explicar el DT por qué salió a especular en el clásico.

Primero pareció miedo o un complejo de inferioridad, pero da la sensación que la tozudez -en cambio- iba dirigida. ¿Contra el Consejo? ¿Contra Riquelme?

Una señal: el caso de Carlos Palacios es testigo del desajuste entre Riquelme y Gago. El chileno se perdió un vuelo desde Santiago y no estuvo en la práctica del lunes previo al partido con Newell’s, en Rosario. Al día siguiente apareció Serna en los medios para aclarar que desde el Consejo de Fútbol no se le aplicaría una multa económica y que la decisión quedaba en manos del técnico. Gago lo sancionó y lo dejó afuera del duelo con los rosarinos.

¿Hizo bien Riquelme en echarlo ahora, justo después de River? El presidente de Boca decidió pasar el bisturí antes que el problema creciera. Porque este despido no es por “los resultados” porque el equipo va puntero; es por la actitud o por la falta de convicciones. La inexplicable derrota con Vélez en la Copa Argentina (4-3), el cambio de arquero antes de la serie por penales ante Alianza Lima y el planteo que entregó el prestigio en el Superclásico fueron las decisiones que sentenciaron a Gago. Pero el DT en cuatro partidos -tres de ellos en la Bombonera- tenía la chance de ser campeón. Y Román no se lo permitió: hubiese sido más difícil cortarle la cabeza con la corona puesta.